lunes, 1 de agosto de 2016

Los Por Qué del Quebrantamiento - Parte V

En ésta parte vamos a estudiar el “disfraz de la voluntad y como desenmascararlo.

Vimos cómo el yo carnal existe para defender la integridad de lo que él cree que es. Vive para defender la comodidad en que se encuentra. Como cree que controla, cualquier cosa que atente contra ése dominio que cree tener va a ser rechazada. Como su preocupación es estar a cargo es por eso que Dios viene de frente a destronarlo ya que el lugar que quiere retener le pertenece a Cristo y al hombre interior que está hecho a la imagen del que lo creó. Col. 3:10.

De ahí que las herramientas para desactivarlo son la obediencia y la humillación. Los pasajes que utilizamos muestran que Dios “no come cuentos” a la hora de enfrentar el yo del hombre.  La reacción carnal del yo contra éstas dos formas de quebrantamiento son la rebeldía y el orgullo. Pero rebelarse abiertamente o enaltecerse delante de Dios “el Cirujano General” advierte que trae serios problemas de salud y otros efectos secundarios. Como quiera vemos al yo desviando su rebeldía y espiritualizando su orgullo. Veamos un ejemplo. En 1 Samuel 15, vemos a Saúl creyéndose capaz de interpretar la voluntad de Dios. Cuando fue confrontado por Samuel, espiritualizó las intenciones y le echó la culpa al pueblo (v.15). Así desvió su rebeldía. En el 24 acepta un poquito la culpa, pero le sigue echando la culpa al pueblo y sigue espiritualizando su actitud (25). A eso le podemos llamar el espíritu religioso. En el 30 sigue aceptando un poquito y como no le funcionó culpar al pueblo, trata de salvar su orgullo.

Otro ejemplo lo tenemos en Ex. 32:1-5, 21-24. Ahí vemos que Aarón hizo el becerro y cuando es confrontado por Moisés, desvió su rebeldía echándole la culpa al pueblo. En Gen. 3:12 Vemos a Adán desviando su responsabilidad hacia Eva y hacia Dios. En el 4:9 vemos a Caín “haciéndose el loco”.
 
Otro ejemplo de orgullo espiritualizado mezclado con rebeldía lo tenemos en Num. 16:1-11. Estos príncipes no se conformaron con lo que eran, querían más. El orgullo consiste no solo en creernos lo que no somos, sino que menospreciamos lo que ya somos en Dios. Coré ya era príncipe de la congregación y no le bastó. Adán ya era lo único que se parecía a Dios en la creación y no le bastó. Satanás era el sello de la perfección y no le bastó. El primer pecado del Universo fue el orgullo. Por eso dios lo abomina. Dios abomina que no aprecies todo lo que eres en El y que te pongas metas más espirituales para justificar que tu yo quiera más importancia, más preeminencia y más reconocimiento. Un yo no humilde, no quebrantado, no vive tranquilo con lo que Dios le ha dado, siempre le deja saber a los demás todo lo que ha hecho para Dios y todo lo que Dios va a hacer con él.

El discípulo no deja que su mano izquierda sepa lo que hace su derecha. El discípulo no hace nada para ser visto por los hombres. El discípulo opera en secreto para Dios y Dios se encarga de recompensarlo en público. Mat. 6:1-7, 16-18. El discípulo ni tan siquiera se atreve a sentirse orgulloso de lo humilde que es. La verdadera humildad es como la ropa interior: es para llevarla por dentro y no para enseñarla. "Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos." LUCAS 17: 10

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