sábado, 20 de julio de 2019

Predestinado para Cuestionarme la Predestinación - Definiciones Parte 7: ¿Cómo Lutero construyó sus definiciones?


En las tres secciones anteriores les compartí como Agustín construyó su doctrina de la predestinación. Primero Agustín daba por sentado la idea del futuro y por lo tanto del destino como un hecho. Su influencia neoplatónica, su gnosticismo maniqueo y su educación en retórica, no lo podían dirigir a concebir a un Dios capaz de crear un universo con criaturas independientes de Él. Mucho menos concebir un universo en donde el devenir existiera en consecuencia y según los eventos anteriores se sucedieran sin necesidad de que Dios los creara de antemano. Esto debido a que el concepto neoplatónico del Uno inefable inevitablemente te obliga a concebir un universo en donde todo es causado directamente por ese Uno. Por lo tanto, Dios es causa y agente de cada evento, ya sea porque está actuando en hacerlo o porque ya lo creó de antemano para que ocurriera. Lo primero te lleva al panteísmo y lo segundo al deísmo

Segundo; su definición de la caída presenta con su incorrecta designación de “libertad para pecar”, que el hombre es incapaz de querer, mucho menos hacer nada bueno, y como recibir algo de Dios es bueno, inevitablemente Dios tiene que imponerlo en el hombre y de ahí se le pone un apellido a la gracia que viene a ser “gracia irresistible” para explicarnos por qué es inmerecida.

Tercero, para explicar el hecho de que unos se salvan y otros no, parten del primer error: como Dios sabía quien se iba a salvar y quien no, pues decidió de antemano aplicar la gracia irresistible a los que Él sabía que se iban a salvar pues ya los había predestinado (creado), para salvarlos.

A todo esto, le añadimos, que fue para atacar el libre albedrío propuesto por Pelagio, aunque en sus principios, Agustín creía en el mismo libre albedrío cuando debatió contra el maniqueísmo.

Hoy vamos a ver a Lutero. El valor de Lutero en la Reforma es que fue el detonante principal en traer el cisma contra la hegemonía de la iglesia romana, y prácticamente establecer el nacionalismo alemán. Al traducir la Biblia al alemán le dio cohesión al idioma y solidificó la identidad de la nación alemana. Teológicamente su énfasis en construir su teología en base a las Escrituras en contraste con basarla en la autoridad de la iglesia, su énfasis en la justificación por la fe y no por las obras en contraste con el monopolio en dispensar la salvación del sistema católico y sus cambios en la liturgia y forma de reinterpretar los sacramentos, fueron sus mayores contribuciones a desatar los cambios en la iglesia, la política y la sociedad europea en el siglo XVI. En soteriología su aportación básica es desenmascarar las mentiras de los dogmas de la iglesia y volver a los requerimientos y consecuencias de la salvación como lo enseñan las Escrituras. Fuera de eso, con sus compromisos políticos en no condenar injusticias e inmoralidades cometidas por sus protectores políticos, su intolerancia a los anabaptistas y otros movimientos distintos, su antisemitismo más sus reacciones extremas y radicales contra los que objetaban sus posiciones, en especial al final de sus días, llevan a algunos a concluir que se “volvió loco” y a otros desechar todo lo positivo que logró con su aportación.

Para mí, no lo considero parte del Canon, ni creo en atribuirle un ápice de revelación a ninguno de sus escritos. Me creo predestinado para revisar y cuestionar todas sus enseñanzas, en especial su predestinación. Veamos qué enseñó sobre la predestinación.

Primero veamos como definió la caída. Cito de JG:

Esto fue lo que causó el ataque vitriólico de Lutero contra Erasmo cuando éste salió en defensa del libre albedrío. Desde el punto de vista de Lutero, Erasmo no tenía idea alguna de lo que era el evangelio, y prueba de ello era el hecho de que la cuestión debatida le parecía periférica, y cuando trató de producir una lista de lo que le parecía importante lo que produjo fue «una lista tal que cualquier judío o gentil completamente ignorante de Cristo podría haberla preparado con facilidad»  La importancia que Erasmo le daba al libre albedrío era consecuencia de su modo de ver la vida cristiana en términos de virtud y rectitud. Lutero, por otra parte, creía que la afirmación del libre albedrío, como si uno pudiese aceptar y decidir hacer el bien por sus propios medios, constituía una negación del pecado humano y probaba que no se habia escuchado la Palabra de Dios ni como ley ni como evangelio. La esclavitud del albedrío al mal era para Lutero un hecho claro, íntimamente relacionado con la dialéctica entre la ley y el evangelio, y con la enormidad del pecado humano.

El ser humano no puede hacer más que mal. Sus mejores virtudes, por admirables que parezcan desde el punto de vista de la ley civil, no le acercan a Dios. Esto no es porque su voluntad sea restringida, sino porque está tan llena de maldad que libremente decide hacer el mal. No queda cosa alguna en la persona que le permita agradar a Dios, ni siquiera moverse hacia Dios mismo. La voluntad humana es como una bestia que se encuentra entre dos jinetes, es decir, Dios y el Diablo. En la persona natural, el diablo ha venido a ser el jinete, y no hay nada que el ser humano pueda hacer para deshacerse de él.

Nada le queda al ser humano de qué gloriarse. Todo lo que le queda es la posibilidad de que se le vuelva en la dirección correcta. Pero esto basta para Dios. Es a esa posibilidad de la voluntad que Dios se dirige en su Palabra, haciendo que la voluntad perversa se vuelva hacia Dios, de modo que una vez más, aun en medio de su condición pecaminosa, el humano pueda tener comunión con Dios.  Este es el evangelio de la redención en Jesucristo.”

Erasmo, le escribió a Lutero un tratado defendiendo el libre albedrío.  Lutero descarta no solo el argumento sino a Erasmo mismo. Ni el argumento tiene mérito ni Erasmo y esto se debe a una construcción previa de Lutero sobre qué era revelación o verdad bíblica. Lutero creó el concepto de teología de la gloria y teología de la cruz. Básicamente la teología de la gloria era humana y dependía de la razón caída del hombre. Solo por medio de la teología de la cruz se puede comprender a Dios. Por lo tanto, cualquier defensa del libre albedrío cae en la racionalización de seres caídos.

La importancia que Erasmo le daba al libre albedrío era consecuencia de su modo de ver la vida cristiana en términos de virtud y rectitud.           O sea, como Erasmo no ve la vida cristiana como la define Lutero, se descarta que pueda haber algún valor en su argumento para el libre albedrío.

Lutero, por otra parte, creía que la afirmación del libre albedrío, como si uno pudiese aceptar y decidir hacer el bien por sus propios medios, constituía una negación del pecado humano y probaba que no se había escuchado la Palabra de Dios ni como ley ni como evangelio.  Aquí Lutero nos da su definición del libre albedrío y sus consecuencias. “Aceptar” y “decidir” “por sus propios medios”, son imposibilidades pues según Lutero la caída fue tal que el hombre no puede querer, mucho menos aceptar o decidir hacer el bien, incluyendo aceptar y decidir en creer y recibir la oferta inmerecida de Dios.   Y si no estás de acuerdo con la definición es que estás negando el pecado humano y no has escuchado la Palabra de Dios. En otras palabras, para demostrar a los que necesitan la predestinación o por lo menos a los luteranos, que has escuchado la Palabra de Dios, tienes que rechazar el libre albedrío y acatar la definición de la caída como Lutero la definió.

La esclavitud del albedrío al mal era para Lutero un hecho claro, íntimamente relacionado con la dialéctica entre la ley y el evangelio, y con la enormidad del pecado humano. Aquí vemos que se comete el mismo error de Agustín; “albedrío al mal”. Y es un hecho claro.  Es lo mismo que vimos con Agustín cuando definió la nueva condición del hombre caído como “libertad para el pecado”. Ya les dije que es un disparate.

No queda cosa alguna en la persona que le permita agradar a Dios, ni siquiera moverse hacia Dios mismo. Esto es una premisa incorrecta producto de la primera definición. Es incorrecta porque suponiendo que el hombre haga algo que agrade a Dios, (que sí puede), eso en ninguna manera resuelve el problema del pecado. Lo vemos en Hebreos cuando dice que ninguno de los sacrificios ordenados por Dios podía expiar los pecados.

HEBREOS 10: 1-4 y 11     "Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;"    en Lucas 1: 6 tenemos un ejemplo de que había gente que cumplían con la ley "Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor." Pero estaban conscientes de que no eran salvos. Dice en el verso 77 "Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados."

Así que la premisa de que el hombre no puede hacer nada del agrado de Dios es contradicha por estos textos y otros más que voy a citar cuando me cuestione la doctrina, de la depravación total de Calvino.

Todo lo que le queda es la posibilidad de que se le vuelva en la dirección correcta. Aquí va a continuar con lo que ya vimos de Agustín en donde ante la incapacidad del hombre de tan siquiera considerar volverse a Dios, Dios tiene que obligarlo.

Es a esa posibilidad de la voluntad que Dios se dirige en su Palabra, haciendo que la voluntad perversa se vuelva hacia Dios, de modo que una vez más, aun en medio de su condición pecaminosa, el humano pueda tener comunión con Dios. Este es un ejemplo de cómo se manipulan las definiciones para obligarte a aceptar el argumento. “Esa posibilidad de la voluntad” no es ninguna posibilidad de la voluntad. Se construye todo un argumento de la incapacidad del ser para hacer nada bueno, pero a la intervención de Dios para obligarla a volverse a Dios se le designa como “esa posibilidad de la voluntad”. ¿En qué quedamos? ¿Se le atribuye alguna participación al hombre en la salvación o no? Ellos pueden, aunque sea simbólicamente, atribuir o encontrar alguna capacidad en el hombre, pero yo no puedo ni encontrar en la Escritura algo que contradiga sus definiciones.

Este es el evangelio de la redención en Jesucristo. ¿What? En los tres evangelios cuando se habla del evangelio, no veo ninguno de estos conceptos predicado por Jesús, ni en los Hechos. Curioso que la palabra evangelio no aparece en Juan ni en Hebreos. En 2 Cor. 4:3-4, cuando se habla de algún tipo de intervención en los que oyen el evangelio, es Satanás el que es mencionado interviniendo.           "Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." ¿Por qué Pablo no aprovechó la oportunidad para revelarnos que es Dios el que interviene en que los que oyen no se conviertan y es el diablo? O ¿por qué no nos aclaró que Dios ordenó al diablo que le impidiera a los incrédulos recibir el evangelio? En 2 Tes. 1:8 y en 1 Pedro 4:17 cuando habla de los que no obedecen al evangelio no explica por qué no obedecen. Los textos de Juan que se usan para establecer la predestinación, como ya dije la palabra evangelio no aparece en Juan, por lo tanto, no los incluyo en esta discusión. Esos los discutiré al final. Así que al Lutero decir que ésta mecánica de Dios salvando solo a los elegidos como que es la buena noticia, no le encuentro respaldo bíblico.

Veamos otros conceptos expresados de Lutero en donde el mismo ante las objeciones que pueden surgir de sus enseñanzas, da sus explicaciones. Así pues, para que exista la fe es necesario que aquellas cosas que se creen permanezcan escondidas. Ahora bien, nada se esconde más lejos que cuando se encubre bajo un objeto contrario, un sentido contario, una experiencia contraria. Así que Dios mientras vivifica, lo hace matando:mientras justifica lo lleva a cabo haciendo reos: mientras conduce al cielo lo hace llevando al infierno, como dice la escritura: "El Señor da muerte y da vida; hace bajar al Seol y hace subir" (1 Samuel 2:6). Quienes leyeron nuestros escritos conocen esto de sobra. Así (Dios) esconde bajo eterna ira su clemencia y misericordia eterna: bajo la iniquidad la justicia. Este es el sumo grado de la fe: creer que es clemente Aquel que salva a tan pocos y condena a tantos; creer que es justo Aquel que con su voluntad nos hace necesariamente condenables de tal forma que parece, como dice Erasmo [de Rotterdam], que se deleita con los tormentos de los miserables y que es más digno de odio que de amor. Pues si yo pudiese comprender con alguna razón cómo Dios, que muestra tanta ira e iniquidad, es justo y misericordioso, no tendría ninguna necesidad de la fe." (Martín Lutero, De servo arbitrio, De la libertad esclava, edición de Weimar N°. 18. pág. 633)

Si cuestionas como Dios salva a unos y otros condena, no tienes fe. El sumo grado de la fe es creer que Dios es justo y misericordioso en escoger a unos y condenar a otros.

"Muchas cosas hace Dios, que no muestra mediante su palabra. Muchas cosas también quieren, que no muestra por su palabra, y que es su voluntad. Así no quiere la muerte del pecador, según la palabra 1 Timoteo 2, 4, pero él lo quiere según su inescrutable voluntad. Pero nosotros hemos de mirar su palabra y dejar aquella insondable voluntad … Es suficiente saber, que en Dios hay una voluntad inescrutable. Pero lo que esta voluntad, por qué y cómo lo quiere, no ha de preguntarse, desear investigar, preocuparse por ello o tocar, sino sólo temer y adorar … Pero por qué aquella majestad no nos quita esta culpa de nuestra voluntad o lo transforma con todos, ya que no está en la voluntad del hombre, o por qué se le imputa, a pesar de que el hombre no puede ser libre de esto, esto no se debe preguntar, y si haces muchas peguntas, nunca lo sabrás, como lo dice Pablo en romanos 9, 20: '¿Quién eres tú, para que discutas con Dios?”

Si esto te lo dice un apóstol moderno para manipularte en que creas que su doctrina es infalible, lo condenarías de inmediato. Pero si lo dice Lutero o un gran reformador o teólogo, debes aceptarlo como revelación de Dios.

"…La voluntad del hombre no tiene ningún poder sobre su propia terquedad, si no está expuesto a la voluntad de Dios que lo hace obstinado – aunque voluntarioso y responsable. ¿Con esto acaso no se pone en duda la bondad y la justicia de Dios? Lutero responde a esta pregunta mediante imagen definitivamente negativa. Ya que la voluntad humana no puede desear el bien, sino siempre la maldad. Se le puede comparar con el barro o la tierra sin cultivar, sobre la cual brilla el Sol, a pesar de su "lenitas" (¿suavidad?), así el reformador hace que el barro se endurezca cada vez más y que la tierra sin cultivar se hace cada vez más espinosa" (El teólogo luterano Dr. Wolfgang Behnken: Contra Liberum Arbitrium Pro Gratia Dei, Frankfurt 1982, pág. 334)

Si esta enseñanza de la predestinación te hace cuestionar la justicia de Dios, esto es señal de que Dios está endureciendo al que hace tales cuestionamientos.

"Evidentemente según Lutero, esta creencia en la elección de Dios en Cristo, también acarrea graves refutaciones. Una de ellas consiste en la dolorosa humillación que se produce por la negación de nuestra libre voluntad; sin embargo, llegamos al camino de una humilatio [humillación] de esta clase, con la certeza de que solamente Dios nos puede salvar. Otra objeción es más grave: Ella consiste en la desesperación, que evidentemente existe en un gran número de personas que no pertenecen a los electi [elegidos]; Lutero lo cuantifica como la cifra de aquellos que no fueron mejorados por el Espíritu Santo, sino que los deja que se pierdan en la incredulidad". (El teólogo luterano Dr. Wolfgang Behnk en: Contra Liberum Arbitrium Pro Gratia Dei, Frankfurt 1982, pág. 353 “Evidentemente”. Acepta que surgen cuestionamientos, pero es porque la cancelación del libre albedrío produce una humillación en los que no aceptan la predestinación. O sea, negar el libre albedrío es la verdadera humillación delante de Dios. Cuando Jesús dice “niéguese a si mismo” al que me quiera seguir, en ninguna manera se puede inferir por el contexto que Jesús estaba refiriéndose a lo “que le iba a revelar” a Lutero 15 siglos después. Lo otro que dice esta cita es que la desesperación que muestran los no elegidos es señal de que Dios los está dejando perderse en su propia incredulidad. A mí me parece que se desesperan más los calvinistas proselitistas, militantes y rabiosos que los que cuestionamos la predestinación. Estos párrafos los pueden ver en el siguiente link: 

https://www.theologe.de/predestinacion.htm?fbclid=IwAR0sIfYg5gEDhOQNDqzY8Gkq4CkHZLK4HepoFeZt0t12rhL3AAjx7PosxRY#Teologos


No hay comentarios:

Publicar un comentario