jueves, 14 de julio de 2022

Predestinado para Cuestionarme la Predestinación - Definiciones Parte 24: ¿Cómo Berkhof construyó sus definiciones? Parte 9

En la sección anterior nos quedamos viendo las respuestas de Berkhof a las objeciones en contra de la doctrina del decreto. Cubrí solo la primera; que el decreto ES INCONSISTENTE CON LA LIBERTAD MORAL DEL HOMBRE.

La segunda es; DESALOJA TODOS LOS MOTIVOS PARA EL ESFUERZO HUMANO. Cualquier persona que no pertenezca a la teología de la predestinación, cuando evalúa las consecuencias del decreto, en específico, que todo lo que va a acontecer ha sido asegurado que ocurra por el decreto, puede llegar a esa conclusión sin mucho esfuerzo. Es la misma conclusión a la que llegaría si le presentan el destino. Se llama fatalismo. Los estoicos son un ejemplo de esto. No puedes cambiar nada solo tu reacción a lo que sucede.

La diferencia entre el decreto y el fatalismo es que es más lindo pues lo que sucede no es arbitrario, sino que fue lo mejor que se le ocurrió a un Dios de amor que te creó para que te sucediera todo y para su gloria. Los estoicos desarrollaron todo un sistema de directrices para sentirte bien ante lo inevitable mientras que los calvinistas te dicen que Dios creó las leyes para que te obliguen a cumplir con el decreto. Según Berkhof si a alguien se le ocurre que esto es fatalismo, es porque no entiende como funciona el decreto y cuando explica como funciona, como quiera no obliga a nadie a dejar de comparar el fatalismo o el estoicismo con el decreto. Veamos como Berkhof aborda esta objeción.

Esta objeción es para hacer que la gente naturalmente diga: Si todas las cosas ya están ordenadas para que acontezcan como Dios las ha determinado, los hombres no deben preocuparse acerca del futuro y tampoco necesitan hacer ningunos esfuerzos para obtener salvación. Decir esto difícilmente puede resultar correcto. Pues claro que es natural. Si se ha decretado todo lo que voy a hacer y no hay forma de evitarlo, ¿para qué me voy a preocupar o esforzar? Pero eso por mas lógico y racional que nos resulte, “esto difícilmente puede resultar correcto.” ¿Por qué no puede resultar correcto? Porque no cuadra con la interpretación de la realidad definida por la teología de la predestinación y sobre todo no cuadra con la doctrina del decreto que es imprescindible para probar la predestinación.    Pero para que nadie promoviendo la objeción, vaya a dar la impresión de que el decreto fomenta el fatalismo y nadie intente practicarlo entonces nos da el por qué nadie debe creerlo o enseñarlo.

“Los decretos divinos no están dirigidos a los hombres como una regla de acción, y no pueden ser una regla tal, puesto que su sustancia solamente se hace conocida por medio de su realización, y por tanto, después de ella. Hay, sin embargo, una regla de acción que ha tomado cuerpo en la ley y el evangelio, y ésta coloca a los hombres bajo la obligación de emplear en su salvación los medios ordenados por Dios.” OK. En arroz y habichuelas, hay una regla de acción, pero no se sabe hasta que ocurra la acción, por lo tanto, el decreto no es una regla de acción, aunque toda acción ocurre por el decreto. ¿Entendieron? Bueno, si no entendieron, no hay problema. La regla de acción está en la ley y el evangelio y esa es la que obliga a que nadie adopte una actitud estoica ante el decreto/destino.  Y para reforzar lo incorrecto de la objeción nos da un argumento más lógico, tan lógico que la objeción te va a parecer ilógica. También ignora esta objeción la relación lógica determinada por el decreto de Dios entre los medios y el fin que se ha de obtener. El decreto incluye no sólo los diversos asuntos de la vida humana; sino también las libres acciones humanas que lógicamente tienen prioridad respecto de los resultados y que están destinadas para producirlos. Era absolutamente seguro que todos aquellos que estaban en el barco con Pablo (Hech. 27) iban a salvarse; pero era igualmente cierto que para asegurar aquel fin los marineros tenían que permanecer a bordo. Y puesto que el decreto establece una interrelación entre medios y fines, y los fines están decretados solamente como resultado de los medios, éstos animan al esfuerzo en lugar de desalentarlo. La firme creencia en el hecho de que según los decretos divinos el éxito será la recompensa de la faena, constituye una invitación a valerosos y perseverantes esfuerzos. Apoyada en la mera base del decreto, la Escritura nos apremia en el uso de los medios designados. Fil 2: 13; Ef. 2: 10

 

O sea, según Bekhof la objeción de que si todo está decretado no hay que esforzarse, ignora la relación lógica entre la seguridad de causas y eventos aseguradas por el decreto y el poner esfuerzo en lograrlas. No es que se ignora Berkhof. Es que no existe ninguna lógica en esforzarse en que algo ocurra si va a ocurrir como quiera. La única lógica es aceptar que el esfuerzo o la indiferencia fueron también decretados entre causa y efecto. Pero si mi esfuerzo o indiferencia no ha sido decretada en el curso de los acontecimientos, no hay nada ilógico en que yo participe o no en hacer cumplir el evento. La única lógica posible dentro de la doctrina del decreto es como sigue; Dios decretó que yo me perdiera en el infierno. Si yo hago todo lo posible para salvarme fue porque Dios decretó que yo hiciera todo lo posible por salvarme y decretó si lo voy a hacer creyendo o no que me iba a salvar. Si Dios decretó que me iba a salvar y yo decido pecar todo lo que se me ocurra ya sea que crea o no en el decreto, Dios decretó que yo pecara para glorificarse salvándome al final. Esa es la lógica. Pero como eso es ilógico para los que no creemos en el decreto y el decreto es lo correcto, pues mi lógica es ilógica y solo el decreto es lógico. Según Berkhof el decreto es tan lógico que animan al esfuerzo en lugar de desalentarlo, constituye una invitación a valerosos perseverantes esfuerzos y nos apremia en el uso de los medios designados.  Me cabe pensar que, según Berkhof, si tu lógica te lleva a concluir que no vale la pena esforzarse en ayudar a cumplir el decreto es porque se decretó que creyéramos en esa objeción.  Por la naturaleza del decreto no hay forma de que tal objeción sea correcta, lógica o razonable. Para rematar cita Fil. 2:13 “Porque Dios es el que en vosotros pone así el querer como el hacer por su buena voluntad” y Ef. 2:10 “Porque somos hechura suya , creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” En la Parte 1 de la serie hice un análisis (al final) sobre este pasaje de Filipenses y lo mismo se aplica al de Efesios. Ninguno de los dos pasajes está hablando de que fuimos escogidos para salvación o que se decretó que fuéramos salvos. Tampoco ninguno de los dos está corrigiendo el que algunos no pusieran esfuerzo en salvarse ya que estaban seguros de su salvación decretada desde antes de la fundación del mundo. No era asunto de discusión en las iglesias de Filipo y de Éfeso, no era un asunto de discusión en el NT y no fue un asunto de discusión en los primeros tres siglos de la iglesia.

Tercera objeción: el decreto HACE A DIOS EL AUTOR DEL PECADO.  Venimos viendo desde Agustín todos los esfuerzos para absolver a Dios de toda responsabilidad por la maldad en el universo. Vemos como recurren a definir los conceptos de forma distinta y a construir otra lógica de manera que las contradicciones sean aceptadas. Aquí vamos a ver un “refrito” de lo mismo.

“Esto, si fuera verdad, naturalmente, sería una objeción insuperable, porque Dios no puede ser el autor del pecado. Esto se deduce igualmente de la Escritura, Sal 92: 15; Ec. 7: 29; Sant. 1: 13; 1 Juan 1: 5, de la ley de Dios que prohíbe todo pecado, y de la santidad de Dios. Pero el cargo no es verdadero; el decreto solamente hace a Dios el autor de seres morales libres, mismos que son los autores del pecado. Dios decreta mantener la libre agencia de éstos; regular las circunstancias de sus vidas, y permitir que la libre agencia se ocupe en multitud de actos de los cuales algunos son pecaminosos. Por buenas y santas razones Dios hace que estos actos pecaminosos acontezcan de seguro; pero El no decreta producir los malos deseos, ni decreta decidir eficientemente la preferencia en el hombre. El decreto respecto al pecado no es decreto eficiente sino permisivo, o decreto para permitir, a diferencia del decreto para producir, y Dios no puede aplicar su divina eficiencia para producir pecado. Ninguna dificultad compromete a un decreto que además no acompaña a un mero permiso pasivo de lo que Dios podría muy bien evitar, tal como lo toman los arminianos que son los que acostumbran a levantar esta objeción. El problema de la relación de Dios con el pecado permanece como un misterio para nosotros, misterio que no somos capaces de resolver. Puede decirse, sin embargo, que su decreto que permite el pecado, en tanto que hizo segura la entrada del pecado en el mundo, no significa que Dios se deleite en la maldad; sino únicamente que El consideró sabio permitir el mal para el propósito de su propia revelación no obstante lo aborrecible que es el pecado a la naturaleza divina.”

En la primera oración, confiesa la fuerza de esta objeción. “si fuera verdad, naturalmente, sería una objeción insuperable”.  Por lo tanto, Berkhof tiene que probar que no es verdad. Berkhof para probar que no es verdad utiliza un hecho de la Escritura innegable; Dios es Santo, y su ley prohíbe el pecado. Estamos de acuerdo. Si hay maldad en la creación y Dios es santo, Dios no puede ser el autor de la maldad. Por lo tanto, cuando veamos cualquier concepto, idea, acción, decreto, etc., en que se vea a Dios como causa, origen, cómplice con la maldad, no es lo que ves. Tienes que interpretar lo que ves de manera que Dios no guarde ninguna relación con la maldad. Y Berkhof al igual que todos los teólogos de la predestinación nos van a dar las herramientas para “soltar el nudo que han hecho”. “el cargo no es verdadero; el decreto solamente hace a Dios el autor de seres morales libres, mismos que son los autores del pecado.” Dios al decretar se libró de ser relacionado con el pecado. Aunque nos vienen diciendo que nada ocurre fuera del control de Dios, y que Dios aseguró que todo lo que acontece es  porque lo decretó, Dios decretó no asegurar el pecado con su decreto sino asegurarlo decretando que las criaturas que el sistema denomina como criaturas libres, fueran los autores del pecado. ¿Quiénes son los autores del pecado? Los seres morales libres que la única libertad que tienen es hacer la única acción asegurada por el decreto que es el mismo decreto que los hizo los autores del pecado. Perfectamente lógico. Por lo tanto, nuestro sistema de justicia criminal está totalmente errado en condenar al autor intelectual de un crimen pues él no mató a la víctima, sino que fue la libre elección del que mató, cumplir el deseo del autor intelectual del crimen. Continúa el argumento.

“Dios decreta mantener la libre agencia de éstos; regular las circunstancias de sus vidas, y permitir que la libre agencia se ocupe en multitud de actos de los cuales algunos son pecaminosos.”  El que Dios decreta para nada tiene que ver con que Dios sea causa del pecado.  Aunque el decreto mantiene, regula, permite; las acciones de los seres libres no son causadas por el decreto. En la predestinéutica, nunca puedes interpretar decreto con causa. Decreto es decreto y causa es causa. Responsable de lo que ocurre no es quien aseguró con su decreto que algo malo ocurriera sino quien veas haciendo la acción. Para facilitarte que aceptes que el decreto no tiene que ver con ser la causa del pecado, acepta que “por buenas y santas razones Dios hace que estos actos pecaminosos acontezcan de seguro;”. Cuando Dios decide mover, definir, señalar como punto de origen y causa del pecado, los malos deseos de las criaturas libres y no su decreto, lo hizo no para “zapatearse” de la responsabilidad del pecado sino “por buenas y santas razones”. Tienes que verlo así. “Waw, que sabio es Dios, como él quería que hubiera seres libres que ejecutaran la maldad, y a la vez no quería que lo viéramos como injusto y malo, decretó que la maldad se iniciara en los malos deseos de las criaturas libres que el creó para que ejecutaran la maldad. Waw, "que sabio es Dios”. O sea, la idea de que la libre agencia de seres libres son el origen de la maldad en la creación, es perfectamente útil para probar que Dios a través del decreto no es la causa del mal. Pero si yo explico el origen del mal usando criaturas libres que deciden pecar y así exonero a Dios de ser la causa del mal, estoy incorrecto porque es más importante defender el decreto y la idea del control absoluto de Dios sobre las criaturas que explicar la creación sin un destino y sin un futuro. Prefieren defender un sistema teológico con todas sus contradicciones que aceptar otro sistema que no tiene contradicciones meramente porque es otro sistema.

Seguimos. “pero El no decreta producir los malos deseos, ni decreta decidir eficientemente la preferencia en el hombre. El decreto respecto al pecado no es decreto eficiente sino permisivo, o decreto para permitir, a diferencia del decreto para producir, y Dios no puede aplicar su divina eficiencia para producir pecado. Ninguna dificultad compromete a un decreto que además no acompaña a un mero permiso pasivo de lo que Dios podría muy bien evitar, tal como lo toman los arminianos que son los que acostumbran a levantar esta objeción.” Aunque veas en el mismo párrafo El no decreta y ni decreta junto con El decreto respecto al pecado y el sujeto es Dios en ambos, el Dios que decreta y no decreta, no tiene que ver con los resultados de esos decretos y no decretos. ¿Cómo resuelve la contradicción? Fácil. Hay decreto eficiente y decreto permisivo. En uno Dios es causa y en el otro no. Si no lo aceptas es porque eres arminiano. Como he dicho, yo no soy arminiano. Existen muchas alternativas al calvinismo además de las arminianas. Los calvinistas tratan de reducir el debate a calvinistas vs. arminianos a pesar de que Arminio era calvinista. Voy a terminar alternando el orden de las últimas oraciones.

Puede decirse, sin embargo, que su decreto que permite el pecado, en tanto que hizo segura la entrada del pecado en el mundo, no significa que Dios se deleite en la maldad; sino únicamente que El consideró sabio permitir el mal para el propósito de su propia revelación no obstante lo aborrecible que es el pecado a la naturaleza divina.” Berkhof por lo menos se da cuenta que “no puede tapar el cielo con la mano”, admite que el decreto que permite el pecado hizo segura la entrada del pecado, y aunque eso es contrario a la naturaleza de Dios, Dios lo decretó pues fue lo más sabio que se le ocurrió para propósito de su revelación, como si Dios no fuera capaz de revelar su justicia y su sabiduría sin necesidad de crear la maldad. Pero si en este punto todavía no estás seguro de como Dios no es el autor del mal habiendo Dios asegurado con su decreto que ocurriera, organiza tus pensamientos con esto:

El problema de la relación de Dios con el pecado permanece como un misterio para nosotros, misterio que no somos capaces de resolver. Estoy de acuerdo con él. Es un misterio para todo el que se niega a salir del paradigma creado por el concepto del destino y el futuro, y por el concepto del Uno absoluto. Seguirá siendo un misterio mientras permaneces creyendo eso y buscando en la Biblia textos que se parezcan a eso. No sales del misterio mientras estés en ese sistema teológico.

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