En la
sección anterior terminamos con la soberanía. Como expliqué, la palabra
soberanía ni tan siquiera aparece en el texto. Por lo tanto, construir una
doctrina de un tema que no aparece explícitamente en el texto, requiere
cuidado, responsabilidad y el uso de la hermenéutica para que los textos que
usemos para probar el tema sean evidencia de lo que se quiere demostrar sin
violentar u obviar alguna regla de interpretación.
Les di el
ejemplo de la Trinidad. La palabra trinidad no aparece en la Biblia. Lo que sí
aparece en la Biblia son textos en donde las cualidades divinas e intrínsecas
de la divinidad se le atribuyen a tres personas: al Padre, al Hijo y el
Espíritu Santo. De los tres se dice o se enseña, que son omnipotentes,
omnipresentes, omniscientes y eternos. Del texto sabemos que a nadie más en la
Escritura se le atribuye alguna de ésas cualidades. Del texto no obtenemos las
consecuencias de ése hecho o las preguntas que surgen de ése hecho. Pero el
texto no nos prohíbe inferir las consecuencias o hacer las preguntas. Lo que sí
tenemos que tener en consideración es que las descripciones o definiciones que
hagamos de esas consecuencias o las contestaciones a esas preguntas no
contradigan lo que dicen otros textos o enseñanzas en la Biblia o no violenten
algunas de las reglas de interpretación. Al escoger la palabra trinidad para
definir el hecho concluido y aplicarla a cada texto utilizado, o al utilizar la
descripción de la trinidad en cada uno de los textos no debe haber
contradicciones. Por eso aceptamos que la Trinidad es una doctrina Bíblica,
aunque la palabra no está en el texto.
Pero como
vimos, con la palabra soberanía, al tratar de verla en los textos utilizados
para sostenerla, no ocurre lo mismo que ocurre con la Trinidad. La definición
de soberanía construida por los calvinistas, en consecuencia y contestando
preguntas surgidas por su doctrina del decreto, cuando tratamos de que los
textos la sostengan, vimos que utilizando hermenéutica, los textos no apoyan
esa definición de soberanía. Los textos enseñan a un Dios omnipotente,
interviniendo soberanamente en el tiempo y en el espacio, según el propósito
revelado por El mismo. No lo vemos en esos pasajes como la causa de todo lo que
acontece en el universo y lo vemos, si acaso, como causa del evento descrito.
Encontramos un pasaje en donde Dios es la causa de la conducta de los
protagonistas y en donde sugiere que la causa fue un decreto desde antes de la
fundación del mundo en Hechos 2:23 y 4:27-28. Vimos en la Parte 23, que Dios
decretó la crucifixión de Cristo por los judíos y sabemos que fue ordenado
desde antes de la fundación del mundo. Pero ahí no dice que todos los eventos
fueron ordenados desde antes de la fundación del mundo. Responde a un plan ya
revelado por Dios para ese momento o como consecuencia de una elección hecha
por las criaturas. No se desprende de esos pasajes que la causa de las demás
acciones en la Biblia fue planeada de antemano por Dios.
Con la
elección es más fácil que con la soberanía pues la palabra elección sí aparece
en el texto. Aparece Dios eligiendo en el texto. La pregunta es si esa elección
mencionada o el acto de Dios escogiendo apoyan la definición calvinista de
elección, si no contradicen otras enseñanzas en la Palabra y si están en
armonía con las reglas de hermenéutica.
Veamos la
definición de elección calvinista.
Veamos la
definición de Calvino.
Llamamos predestinación al eterno decreto de Dios, por el que ha determinado lo que quiere hacer
de cada uno de los hombres. Porque El no los crea a todos con la misma
condición, sino que ordena a unos para la vida eterna, y a otros para
condenación perpetua. Por tanto, según el fin para el cual el hombre es creado,
decimos que está predestinado a vida o a muerte.
Decimos, pues, como la Escritura lo demuestra con toda
evidencia — que Dios ha designado de una vez para siempre en su eterno e inmutable consejo, a
aquellos que quiere que se salven, y también a aquellos que quiere que se
condenen. Decimos que este consejo, por lo que toca a los elegidos, se funda en la gratuita
misericordia divina sin respecto alguno a la dignidad del hombre; al contrario,
que la entrada de la vida está cerrada para todos aquellos que El quiso
entregar a la condenación; y que esto se hace por su secreto e incomprensible
juicio, el cual, sin embargo, es justo e irreprochable. Inst. 3:21:5, y resumen.
Veamos la
Confesión de Westminster, Cap. 3
I.
Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo
de su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que sucede. (1) Sin
embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del pecado (2), ni hace
violencia al libre albedrío de sus criaturas, ni quita la libertad ni
contingencia de las causas secundarias, sino más bien las establece.
II.
Aunque Dios sabe todo lo que puede suceder en toda clase de supuestas
condiciones, (1) sin embargo, nada decretó
porque lo preveía como futuro o como cosa que sucedería en circunstancias
dadas. (2)
III.
Por el decreto de Dios, para la manifestación de su propia
gloria, algunos hombres y ángeles (1) son predestinados a vida eterna, y otros
preordenados a muerte eterna. (2)
IV.
Estos hombres y ángeles así predestinados y preordenados
están designados particular e inalterablemente, y su número es tan cierto y
definido que ni se puede aumentar ni disminuir.
V. A aquellos que Dios ha predestinado para vida desde antes que fuesen
puestos los fundamentos del mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y al
consejo y beneplácito secreto de su propia voluntad, los ha escogido en Cristo
para la gloria eterna. (1) Dios los ha predestinado por su libre gracia y puro amor,
sin previsión de su fe o buenas obras, de su perseverancia en ellas o de
cualquiera otra cosa en la criatura como condiciones o causas que le muevan a
predestinarlos; (2) y lo ha hecho todo para alabanza de su gloriosa gracia. (3)
VI.
Así como Dios ha designado a los elegidos para la
gloria, de la misma manera, por el propósito libre y eterno de su voluntad, ha
preordenado también los medios para ello. (1) Por tanto, los que son elegidos,
habiendo caído en Adán, son redimidos por Cristo, (2) y en debido tiempo
eficazmente llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo; son justificados,
adoptados, santificados, (3) y guardados por su poder, por medio de la fe, para
salvación, (4) Nadie más será redimido por Cristo, eficazmente llamado,
justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos. (5)
VII.
Respecto a los demás hombres, Dios ha permitido, según el consejo
inescrutable de su propia voluntad, por el cual otorga su
misericordia o deja de hacerlo según quiere, para la gloria de su poder
soberano sobre todas las criaturas, pasarles por alto y ordenarlos a deshonra y
a ira a causa de sus pecados, para alabanza de la justicia gloriosa de Dios. (1)
VIII.
La doctrina de este alto misterio de la predestinación debe tratarse con
especial prudencia y cuidado, (1) para que los hombres al atender la voluntad
de Dios revelada en su Palabra, y al ceder obediencia a ella, puedan por la
certeza de su llamamiento eficaz estar seguros de su elección eterna. (2) De
esta manera esta doctrina proporcionará motivos de alabanza, reverencia y
admiración a Dios; (3) y humildad, diligencia y abundante consuelo a todos los
que sinceramente obedecen al evangelio. (4)
Veamos
el Concilio de Dort.
I.
Que Dios, en el tiempo, a algunos conceda el don de la fe y a otros no, procede
de Su eterno decreto. Conocidas son a Dios desde el
siglo todas sus obras (Hch. 15:18), y: hace todas las cosas según el designio
de su voluntad (Ef. 1: 11). Con arreglo a tal decreto
ablanda, por pura gracia, el corazón de los predestinados, por obstinados que
sean, y los inclina a creer; mientras que a aquellos que, según Su justo
juicio, no son elegidos, los abandona a su maldad y obstinación. Y es aquí,
donde, estando los hombres en similar condición de perdición, se nos revela esa
profunda misericordiosa e igualmente justa distinción de personas, o decreto de elección y reprobación revelado en la
Palabra de Dios. La cual, si bien los hombres perversos, impuros e inconstantes tuercen para
su perdición, también da un increíble consuelo a las almas santas v temerosas
de Dios.
II.
Esta elección es un propósito inmutable de Dios por el cual El, antes de la
fundación del mundo, de entre todo el género humano caído por su propia culpa,
de su primitivo estado de rectitud, en el pecado y la perdición, predestinó en
Cristo para salvación, por pura gracia y según el beneplácito de Su voluntad, a
cierto número de personas, no siendo mejores o más dignas que las demás, sino
hallándose en igual miseria que las otras, y puso a Cristo, también desde la
eternidad, por Mediador y Cabeza de todos los predestinados, y por fundamento
de la salvación. Y, a fin de que fueran hechos salvos por Cristo, Dios decidió
también dárselos a él, llamarlos y atraerlos poderosamente a Su comunión por
medio de Su Palabra y Espíritu Santo, o lo que es lo mismo, dotarles de la
verdadera fe en Cristo, justificarlos, santificarlos y, finalmente,
guardándolos poderosamente en la comunión de Su Hijo, glorificarlos en prueba
de Su misericordia y para alabanza de las riquezas de Su gracia soberana.
III.
La antedicha elección de todos aquellos que se salvan no es múltiple, sino una
sola y la misma, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. Ya que la
Escritura nos presenta un único beneplácito, propósito y consejo de la voluntad
de Dios, por los cuales Él nos escogió desde la eternidad tanto para la gracia,
como para la gloria, así para la salvación, como para el camino de la
salvación, las cuales preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
IV.
Esta misma elección fue hecha, no en virtud de prever la fe y la obediencia a
la fe, la santidad o alguna otra buena cualidad o aptitud, como causa o
condición, previamente requeridas en el hombre que habría de ser elegido, sino
para la fe y la obediencia a la fe, para la santidad, etc. Por consiguiente, la
elección es la fuente de todo bien salvador de la que proceden la fe, la
santidad y otros dones salvíficos y, finalmente, la vida eterna misma, conforme
al testimonio del Apóstol:
V.
La causa de esta misericordiosa elección es únicamente la complacencia de Dios,
la cual no consiste en que Él escogió como condición de la salvación, de entre
todas las posibles condiciones, algunas cualidades u obras de los hombres, sino
en que Él se tomó como propiedad, de entre la común muchedumbre de los hombres,
a algunas personas determinadas.
En
todas estas definiciones vemos que la elección está ligada al decreto. (No se
menciona el amor excepto en el artículo V de la Confesión de Westminster y
surge cuestionar qué clase de amor es ese que entre todos los iguales escoge
bendecir a unos y a otros no. Si no depende de algo en las criaturas que haga
la diferencia para escogerlos, escogió por puro capricho pues el amor de Dios
no se goza de la injusticia. Pero en la predestinéutica ese acto arbitrario de
elección se define como puro amor. (Suerte con eso.) Y eso no es de extrañar
pues vemos que elección, decreto, predestinación, consejo; son términos
intercambiables en su teología y los separan según el texto que citan para
probar alguna de sus definiciones o doctrinas. Ya en secciones anteriores vimos
como los textos usados para probar algún punto del calvinismo, cuando le
añadimos contexto, vimos que no hablan o no se refieren al tema aludido. Pero
como señalé al principio, la elección es fácil de demostrar a qué se refiere
pues sí tenemos varios textos que la mencionan. Veamos. Escoger en el Viejo
Testamento se usa para la elección de Israel, de Jerusalén y elección para
ocupar cargos o funciones. Cristo es el escogido en Isaías 42:1. En el Nuevo
Testamento, tenemos a Cristo en Mat. 12:18, citando a Isa. 42:1, a los
escogidos en Mat. 20:16 y 22:14 que es en la parábola de los obreros y de la
fiesta de bodas; “muchos son los llamados y pocos los escogidos”, con lo cual
solo se establece que la amplitud del llamado no garantiza la participación de
los beneficios. Si lo extrapolamos a la salvación solo establece que la oferta
de la salvación no garantiza la salvación. Pero en ninguno de ambos casos se
puede utilizar para establecer que alguien fue escogido desde antes de la
fundación del mundo para salvarse.
Los
otros textos en Mat. 24: y Marcos 13 se refiere a los escogidos de la Gran
Tribulación, que según mi interpretación literal de Daniel y Apocalipsis, no
son la iglesia y si los convertidos durante ese periodo incluyendo judíos.
Según el texto no pueden ser engañados. Para el que da por sentado la elección
para salvación o cree en salvo siempre salvo, ese texto prueba ambas
posiciones. Pero ¿cómo conciliamos todas las advertencias en la Biblia de no
ser engañados y no engañarnos a nosotros mismos (6), con que estos escogidos no
serán engañados? Mi respuesta es que no todo lo que engaña, engaña a todo el mundo. No
todos somos susceptibles a todo lo que engaña. Unos son más vulnerables a ser
engañados por unas cosas que otros. En este pasaje de Mat. lo que Jesús está
estableciendo es que las señales de estos falsos cristos y falsos profetas no
van a engañar a los escogidos. Primero son escogidos no para salvarse sino
porque respondieron al llamado como todo el mundo. En mis estudios de
Apocalipsis, enseño que los 144 mil, los 2 testigos y un ángel del cielo además
de predicar, advierten a todo el mundo que no se pongan la marca de la bestia
ni le adoren. Los que deciden obedecer y no seguir a la bestia quedan en
posición no solo de no adorar a la bestia sino de no adorar a cualquiera que
venga con otra propuesta. ¿Cómo lo sé? En Apo. 6:9 dice que fueron muertos “por
causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían”. En otras palabras,
estuvieron dispuestos a morir por la palabra y por el testimonio que tenían. Sobre
el mensaje de los tres ángeles en el capítulo 14 no hay nada en el pasaje que
sugiera que su mensaje ocurre al final o en el medio de los 7 años. Si ocurre
desde el principio, como yo lo entiendo, junto con la predicación de los 144
mil y los 2 testigos, entonces es fácil pensar que van a adorar a Dios y no a
la bestia ni a participar de su sistema, aunque les cueste la vida. Siempre he
dicho que el martirio es la regla para los santos de la Gran Tribulación.
Quedar vivos hasta la venida, (que sí habrá muchos), me parece la excepción. Así
entiendo yo que los escogidos no serán susceptibles a ser engañados por los
falsos cristos y profetas. No veo que implique que tendrán algún tipo de vacuna
contra la capacidad de ser engañados que todos tenemos incluyendo a Adán y Eva.
Volviendo
a lo que significa escogidos, en ese pasaje no vemos que escogidos signifique
escogidos para salvarse. Se salvaron en las mismas condiciones que todos los
santos de todas las épocas se han salvado.
En
Juan 6:70 ¿No os he escogido yo a vosotros los doce y uno de vosotros es
diablo?, Jesús no está hablando de haber escogido a nadie para salvación ni tan
siquiera a Judas para perdición. Los escogió para que echaran fuera demonios
(incluyendo a Judas), Mat. 10:1-2, Mar. 6:7, Luc. 9:1 para predicar (incluyendo
a Judas), v. 5, para juzgar en doce tronos a las tribus de Israel, “los que me habéis
seguido”, (incluyendo a Judas), Mat. 19:28, para que estuvieran con él,
Mar.3:14 (incluyendo a Judas). ¿Por qué repito “incluyendo a Judas”? Para que
tengan claro que el haberlos escogido para ser apóstoles no era garantía de
salvación. En la parte 30 hablé de Judas y como no fue predestinado a perderse. En Hechos 1:2 los apóstoles escogidos, son
escogidos por que son apóstoles. No los escogieron para salvarse.
En
Hechos 9:15 Pablo no es escogido para salvarse sino para llevar el evangelio. "El Señor le dijo: Ve,
porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de
los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;"
En
Hechos 22:14 Pablo no es escogido para salvarse sino para que conozca a Jesús y
lo predique, "Y él
dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad,
y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos
los hombres, de lo que has visto y oído." Ya Pablo era salvo en ése
momento y como quiera ya expliqué que el que Dios se muestre no garantiza
salvación. Dios se mostró y utilizó a Judas y se mostró a Israel y eso no
garantizó ni que Judas se salvara ni que Israel aceptara a Jesús.
En
Rom. 11 vimos que, aunque Israel tiene un llamamiento irrevocable (11:29), solo
se salvan si creen. "Y
aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso
es Dios para volverlos a injertar." 11: 23. El remanente mencionado en v. 5, son
escogidos por gracia lo cual significa salvos por fe. Pues Pablo ya explicó que
la justificación es por gracia y se obtiene por la fe, (Caps.2 y 4). Los demás
pasajes en donde se menciona a los santos como escogidos, ninguno implica
escogidos para salvarse. Son escogidos porque son salvos y la palabra se pudiera
intercambiar por santos.
En
la próxima sección vamos a estudiar los pasajes más utilizados por lo
calvinistas para decir que somos escogidos para salvarnos.
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