domingo, 17 de febrero de 2019

Predestinado para Cuestionarme la Predestinación - Definiciones Parte 5: ¿Cómo Agustín construyó sus definiciones? Parte 2

En la sección anterior estuvimos estudiando como Agustín de defender el libre albedrío en su debate contra el maniqueísmo, se torna en contra del libre albedrío en contra de pelagianismo. He estado citando de la obra de Justo González, Historia Del Pensamiento Cristiano. Tomo II. Vimos como del hecho de que no todos se salvan, Agustín comienza a definir que el hombre es incapaz de creer e incapaz de recibir la gracia. Agustín concluye, “no se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia”.  Esto es una contradicción pues se está hablando que el hombre es incapaz de recibirla. ¿cómo que no se puede concebir que el hombre la resista? Todo este argumento surge porque concluyó que todo lo que el hombre puede hacer es pecado y como recibir la gracia para salvarse no es pecado, Dios tiene que hacerlo por el hombre; tiene que imponerle su gracia. Pero eso es violentar la voluntad del hombre. Pero para que no se vea como que Dios violenta la voluntad del hombre, entonces Dios tiene que mover la voluntad.

Ahora bien, si todo lo que el ser humano natural puede hacer es pecado, ¿cómo ha de dar el paso que le llevará de su estado natural al del humano redimido, sobre todo si se tiene en cuenta que tal paso no puede en modo alguno llamarse pecado? La respuesta es ineludible: el humano natural no puede por sí solo dar semejante paso. Es aquí donde entran en juego las doctrinas agustinianas de la gracia y la predestinación. Y es también aquí que se encuentra el punto focal de la polémica de Agustín contra los pelagianos.”, JG “Por consiguiente, para que nosotros queramos, sin nosotros a obrar comienza, y cuando queremos y de grado obramos, con nosotros coopera. Con todo, si El no obra para que queramos o no coopera cuando ya queremos, nada en orden a las buenas obras de piedad podemos.”- Agustín de 'La gracia y El Libre Albedrío'. De estos dos párrafos, el primero es Justo González y el segundo es Agustín, es que entonces viene la cita “no se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia”. Es una contradicción pues si ya estableciste que el hombre es incapaz de hacer nada bueno, o creerlo o quererlo, como amplían después los reformadores con su doctrina de la depravación total, lo lógico es concebir que se oponga a recibir la gracia o cualquier cosa que Dios le ofrezca. Pero para que la gracia no falle y cumpla su propósito hay que hacerla irresistible para no dar lugar a que la voluntad se resista a recibirla. Para que a nadie se le ocurra lógicamente pensar que un hombre incapaz de hacer nada bueno vaya a invalidar la gracia pues es incapaz de recibirla y si es así, Dios se corre el riesgo de que nadie se salve, pues sin gracia nadie se salva y Dios quiere salvar a algunos que él creó , y decretó que se salvaran, por si acaso, para que no duden de la perfección del plan de Dios en salvar a algunos, pues construimos la gracia irresistible. Este es el razonamiento con el que se construye la predestinación. No importa cuántas contradicciones surjan en el argumento, lo importante es que la sabiduría de Dios en salvar a unos y a otros no, quede establecida e incuestionable. Repasemos el siguiente párrafo de JG, “La gracia es irresistible. No se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia que le ha sido dada, porque la gracia actúa en la voluntad, llevándola a querer el bien. Esto no quiere decir en modo alguno que Agustín haya olvidado o abandonado su defensa del libre albedrío. La gracia no se opone a la voluntad. No se trata de que la gracia obligue al humano a tomar una decisión aun en contra de su propia voluntad. Se trata más bien de que Dios, mediante su gracia, mueve a la voluntad, la fortalece y la estimula, para que ella misma, sin coerción alguna, opte por el bien. El pecador no se salva a sí mismo, pero tampoco es salvado contra su voluntad. «Ni la gracia de Dios sola, ni él solo, sino la gracia de Dios con él» La gracia mueve a la voluntad, pero solo mediante una «suave violencia» que actúa de tal modo que la propia voluntad concuerda con ella.”          

Veamos lo que aquí dice: No se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia que le ha sido dada, porque la gracia actúa en la voluntad, llevándola a querer el bien.

La voluntad no va a resistir la gracia pues la gracia va a cambiar la voluntad para que quiera recibirla. De otra manera la voluntad tiene el poder de resistirla, pero ya se dijo que es irresistible y eso se tiene que sostener.  Esto no quiere decir en modo alguno que Agustín haya olvidado o abandonado su defensa del libre albedrío. O sea, la gracia irresistible va a actuar en la voluntad, pero tienes que creer que sigue siendo libre albedrío. No se trata de que la gracia obligue al humano a tomar una decisión aun en contra de su propia voluntad. Y ¿de qué se trata? De que la gracia cambia la voluntad para que concuerde con la gracia. Yo entiendo que la obliga. Pero eso es lo que yo interpreto. ¿Qué se supone que yo entienda de qué se trata? Se trata más bien de que Dios, mediante su gracia, mueve a la voluntad, la fortalece y la estimula, para que ella misma, sin coerción alguna, opte por el bien. O sea, Dios tiene la intención, Dios quiere una decisión, Dios mueve a la voluntad, pero yo tengo que creer que es un acto de la voluntad y nada de lo que Dios hizo es coerción. En el griego cuando eso ocurre que “otro ejecuta unas acciones sobre el sujeto” se llama voz pasiva del verbo y es claramente expresado en la oración por la terminación particular de los verbos cuando eso ocurre. Lamentablemente para los que necesitan la predestinación, el NT cuando explica o describe las actuaciones de los hombres y de Dios en los eventos que envuelven salvación se usa la voz activa en donde se lee claramente cuando Dios hace la acción o cuando es el hombre. Los calvinistas deben hacer como los Testigos de Jehová que tradujeron una Biblia que reflejara en el texto las doctrinas que promulgan. Volviendo a la frase anterior; cuando una voluntad decide porque otra voluntad produjo la decisión en esa voluntad, eso no es la decisión de esa voluntad. Definimos al principio que libertad es escoger entre dos opciones o más. Si hay una sola opción no es libertad.  Pero se añade a esa definición que, si otro escoge, eso tampoco se llama libertad y si ése otro te hace ejecutar la acción que él predispuso, y no importa cuanta sutileza utilice para que parezca que tú decidiste actuar, es coerción, es obligación, es esclavitud. La gracia mueve a la voluntad, pero solo mediante una «suave violencia» que actúa de tal modo que la propia voluntad concuerda con ella.” O sea, la voluntad decidió obedecer a la gracia. Tenemos que aceptar que la palabra “concuerda”  significa que ocurrió una decisión de la voluntad a pesar de las palabras “mueve”, “suave violencia”  y “actúa”  de la gracia. Es como cuando el abogado defensor de un violador que con el uso de un cuchillo, fuerza y violencia comete una violación, establece que la víctima consintió en la violación porque no opuso suficiente resistencia. Todo esto porque Agustín no quiere cancelar el libre albedrío. Pero quiere a la vez explicar como Dios salva a unos y a otros no. Partiendo de la premisa que el hombre al caer quedó incapacitado para aceptar, reconocer o recibir cualquier iniciativa de Dios en querer salvarlo. Partiendo de tres hechos: el hombre cayó, el hombre no se puede salvar a sí mismo y Dios tiene que proveer para que se salve, de ésos tres hechos se construyen varias definiciones incorrectas y sobre premisas incorrectas. 

Premisas incorrectas; hay futuro y por lo tanto hay destino.                                         
 Definiciones incorrectas; libertad para pecar, (que es un disparate), lo correcto es esclavitud para pecar.
Que la caída es incapacidad para decidir o querer o desear salvarse. Incapacidad para salvarse no significa incapacidad para querer, desear o recibir la salvación.

Que soberanía significa que no puede haber voluntades capaces de resistir o rechazar la soberanía. Dios es soberano antes y sin la creación. Por lo tanto, la soberanía no depende de seres que la reconozcan. El que Dios creara seres con voluntad para obedecerle o no, no altera su soberanía en nada. No se dan cuenta que, si todo el acontecer del universo ocurre bajo el estricto control de Dios, eso no se diferencia del panteísmo.

Que la gracia tiene que ser irresistible o recibida para ser gracia. Lo mismo. La gracia existía antes de la creación, es inherente al carácter de Dios. Decir que la gracia tenga que ser recibida para que sea gracia es una construcción humana. La gracia se define por ser inmerecida y reside en el que la otorga. No se define o es efectiva porque se reciba ni depende del que la recibe.

Que Dios tenía que decretar y predestinar todas las cosas para así poderlas preconocer. Cuando concebimos como hecho el futuro y por lo tanto el destino, no se nos ocurre que Dios pueda ser y actuar y ver fuera de ambos. No se dan cuenta que, si Dios creó todo el devenir del universo, y ya no tiene que intervenir, eso es deísmo. No se dan cuenta que si Dios solo puede conocer el único futuro que ha creado o destinado, eso lo pone en la misma categoría de los dioses paganos, y eso no es omnisciencia, es solo ciencia. Si existen en la mente de Dios todos los posibles futuros y Dios los puede ver todos a la vez, no porque los creó sino porque puede verlos, entonces ese es un Dios omnisciente y todopoderoso.

Por no identificar que estas definiciones fueron construidas para contestar unas preguntas que probablemente también estaban incorrectas, es que la predestinación impresiona al que no se dedica a conocer lo que la Biblia enseña en adición a lo que la Biblia dice.

Sigamos con Agustín; “La salvación, desde el principio hasta el fin, es obra de la gracia; aunque sin que esto implique en modo alguno que se destruya o se viole la voluntad humana, que es movida por la gracia para desear el bien.” Aquí dice que la salvación es obra de la gracia. Bueno, en Ef. 2:5 y 8 se dice que por gracia sois salvos, o la salvación es por gracia   y en Tito 2:11 también.(De 137 versos en donde aparece “gracia” Strong´s 5485 , solo estos 3 dicen que la gracia salva, el resto la conectan con Dios o Jesucristo en la misma oración. Es por gracia pues es inmerecida pues Dios no tenía por qué salvar a unos seres que escogieron perderse. (Si Dios los predestino para perderse, tal vez debería tener que salvarlos). En Tito 3:7 y en Rom. 3:24 se habla de “justificados por la gracia”. La justificación es un aspecto de la salvación y en el caso de la justificación en donde justificar significa ser declarado justo, es por la gracia y todo el proceso requerido por Dios para salvación que el hombre es declarado justo siendo pecador, es por la gracia.  Y todo es por la buena voluntad de Dios. El hombre no podía producir nada de eso. En Rom. 11:6 se dice que la elección es por gracia. Y elección no es salvación. En los pasajes en donde se habla de elegidos para salvación siempre se añade en Cristo o por medio de Cristo o mediante. Fuera de eso no hay pasaje en la Biblia como para establecer que “la salvación es obra de la gracia”. El resto de los pasajes en donde aparece gracia (137), salvador (22) y salvación (40), el énfasis de qué o quién obra la salvación, es Cristo, no la gracia. Heb. 2:10 y 5:9 dice que Jesús es el autor de la salvación. Por lo tanto, cuando Agustín dice que “la salvación es obra de la gracia” para limitarnos a creer en la gracia como único agente posibilitador de la salvación para armonizar con su premisa anterior de que el hombre no puede recibirla es un ejercicio de su formación en retórica, pero no es el concepto que la mayoría de los pasajes sobre gracia, salvación y salvador nos sugieren.

Sigamos viendo otras definiciones de Agustín: “Esto plantea de inmediato la cuestión de la predestinación.  Si sólo mediante la gracia es posible la salvación, y si esa gracia, por definición, no depende de mérito alguno por parte del que la recibe, se sigue que es el mismo Dios, por su acción y libertad soberanas, quien decide quién ha de recibir ese don inmerecido. La doctrina agustiniana de la predestinación no surge de consideraciones de orden especulativo sobre la omnisciencia de Dios, o sobre su omnipotencia, sino que surge de consideraciones de orden soteriológico y existencial, al tratar de afirmar la primacía de Dios en la salvación humana, y el carácter gratuito de esa salvación.”  Aquí vemos que se dice que se plantea la predestinación. No. Ya está planteada desde que hicieron las preguntas para explicar el hecho de que no todos se salvan. Desde allí se introdujo que Dios sabía quien se iba a salvar. Dice este párrafo “Si solo mediante la gracia es posible la salvación” eso es cierto. Es un acto de la voluntad de Dios salvar pues estamos de acuerdo (aunque por distintas razones) que no tenía que hacerlo. “Y si esa gracia por definición no depende de mérito alguno por parte del que la recibe”. Eso también es cierto. La gracia es inmerecida. “Se sigue que es el mismo Dios, por su acción y libertad soberanas, quien ha de recibir ese don inmerecido.” Eso no es cierto. El que sea inmerecida no significa que no va a ser recibida. Pero si ya yo definí que nadie la puede recibir, pues nunca va a ser recibida. Tiene que ser impuesta. Pero si yo defino que los seres la pueden recibir, quererla, aceptarla como que también pueden rechazarla, no tengo que imponerla, solo ofrecerla. Si se impone sigue siendo inmerecida. Si es aceptada o rechazada, sigue siendo inmerecida. Vean como en un mismo argumento con unas definiciones correctas nos llevan a aceptar otras incorrectas. Claro por la mala definición de soberanía, se nos quiere hacer creer que Dios es más grande si impone su regalo en seres que no lo quieren a que si lo reciben los que lo quieran.

Cuando dice que la doctrina agustiniana de la predestinación “no surge de consideraciones de carácter especulativo sobre la omnisciencia y la omnipotencia de Dios” pasa por alto de que el concepto de omnisciencia y omnipotencia están condicionados por una visión neoplatónica en la mente de Agustín. El concepto del futuro y el destino son dados en todo el debate. Cuando dice “tratar de afirmar la primacía de Dios en la salvación humana y el carácter gratuito de esa salvación” es para no decir que Agustín quería mantener cierto reconocimiento del libre albedrío disimuladamente, cuando el conflicto era atacar el pelagianismo que ponía todo el énfasis en la voluntad humana.  Probar la supremacía y la unilateralidad de Dios en crear, ofrecer y viabilizar la salvación del hombre, no necesita de ninguna de las definiciones que ya hemos visto y mucho menos de una predestinación. Dios era es y será sin la creación.

Predestinado para cuestionarme la predestinación - Definiciones Parte 4: ¿Cómo Agustín construyó sus definiciones?


En la sección anterior expliqué como es importante tener cuidado cuando para interpretar los hechos, tenemos que ser cuidadosos cómo construimos las definiciones. Si al construir las definiciones damos como hecho conceptos posibles pero que no podemos probar y mucho menos extraerlos de las Escrituras, como asumir que hay un destino que depende de que haya un futuro que depende de que Dios lo haya creado, concluiremos que es inevitable que lo haya predestinado. Vimos que el destino era un concepto pagano originalmente y cuando se menciona o se traduce en la Biblia por primera vez es una deidad. Vimos que en el VT las palabras traducidas del verbo destinar, originalmente no significaban que en la mente del escritor existiera la idea de un Dios predestinando sino actuando en el presente en respuesta a una acción de los hombres. Pretender imponer en Dios en esos pasajes una intención predeterminada en la eternidad (decreto), es una elección prejuiciada de parte del traductor. Sí podemos aceptar que en RV se haya escogido destinar como traducción pues en castellano cuando se usa destinar es para esperar un resultado específico y no para sugerir un resultado inevitable e irreversible. Ej. “Vuelo 151 con destino a NY” no significa que va a ocurrir inevitablemente. Se puede estrellar, se puede adelantar o retrasar, se puede cancelar y otras eventualidades. Pero destino no garantiza que tú vas a llegar a NY en ese vuelo. Así yo puedo entender que RV escogió utilizar destinar para traducir esos verbos en el AT. Pero vimos que los traductores de KJ, no escogieron ninguna de las palabras en inglés para destino al traducir esos pasajes mencionados. Claro Casiodoro de Reina era calvinista y de los que yo llamo proselitistas, militantes y rabiosos, Por lo tanto, no me extraña que haya escogido destinar para traducir esas palabras en el VT y para traducir oridzo y otras palabras en el NT cuando había varias palabras en castellano para usarse que no sugerían la idea del destino o destinar en la acción de Dios.

Por otro lado, cambiar las definiciones para acomodar las conclusiones incorrectas que se obtienen por aceptar conceptos posibles pero no probables, como llamar libertad para pecar al ejercicio del pecado cuando esa es la única opción. Si libertad es escoger entre dos o más opciones y solo hay una opción, es absurdo llamarlo libertad. Es esclavitud del pecado. Si llamamos responsable a quien inicia o es la causa de una acción, no podemos llamarle responsable al recipiente pasivo de esa acción. Los que necesitan la predestinación nos dicen que Dios adjudica la salvación a los que escogió. Por lo tanto, es responsable de lo que les pasa a los escogidos.  Pero para que no quede como responsable de los que se pierden, nos dicen que no veamos como que Dios, al no adjudicarle o negarle la salvación a los que no escogió para salvarlos, que sea el responsable de la perdición de los que se pierden. Eso es cambiar la definición de responsabilidad. ¿cómo te convencen de que Dios no es responsable? Te redefinen la esclavitud del pecado como que el hombre “tiene la libertad para pecar” y te inducen a creer que responsable es solo el que ejecuta una acción y no es responsable el que se abstiene de actuar, aunque el resultado es causa de esa omisión. Así Dios es responsable de salvar a los que elige pues es libre y soberano para hacerlo y el hombre es responsable de perderse porque es “libre para pecar”, entiéndase es libre y responsable para perderse.

Te definen soberanía como que Dios está compulsiva y maniáticamente ejerciendo su control en el universo en cada momento y en cada lugar. Claro te lo ponen más elegante como que nada puede ocurrir fuera del control de Dios y para no verlo soplando cada hoja que se mueve en cada árbol, él decretó el movimiento de cada hoja y en qué momento. Claro no se dan cuenta que al definir así la soberanía rayan en el deísmo que sostiene que Dios creó, pero no interviene. (lo contrario es el panteísmo).

Te definen gracia como irresistible e impuesta pues si el hombre es capaz de recibirla no es gracia. Hay que definirla así pues ya se definió que un hombre “libre para pecar” no puede ser libre para recibir la gracia, o querer salvarse, o creer.

Te definen el preconocimiento como la capacidad de Dios para conocer lo que ya decretó o predestinó. O sea, Dios depende de crear y predestinar para poder preconocer. Todo porque se da, por sentado el futuro y el destino. No se dan cuenta que si Dios solo puede conocer un único evento que el decretó o creó para que ocurriera, es un Dios tan limitado en sus capacidades como cualquier otro dios. Todo porque se da por hecho que ya Dios creó (decretó) todos los eventos para que ocurrieran. Atribuyen que los atributos de Dios dependen en algo de la creación. Dios es soberano antes de la creación. Dios es amor antes de la creación, La gracia de Dios era antes de la creación. Dios conocía todo antes de crear.

Como veremos, los textos que nos describen a Dios manifestando uno de sus atributos, describen a Dios interviniendo en su creación de acuerdo a su carácter y propósito y no de acuerdo a su decreto o al destino. Vamos a cuestionar a Agustín.

¿QUIÉN FUÉ AGUSTÍN?

Citando de la Historia del Cristianismo  de Justo Gonzalez. “Agustín fue el último sobreviviente de la “era de los gigantes”. Cuando murió los vándalos se encontraban a las puertas de la ciudad de Hipona, anunciando una nueva edad. Por tanto, la obra de Agustín fue como el canto de cisne de una edad que moría. Y a pesar de ello, su obra no quedó olvidada en los escombros de una civilización que se derrumbaba. Agustín fue el maestro por excelencia de la nueva era. Durante toda la edad media. Ningún teólogo fue más citado que él, y por tanto a la postre se convirtió en uno de los grandes doctores de la Iglesia Católica Romana. Y, sin embargo, Agustín fue también el autor favorito de los grandes reformadores del siglo XVI. Luego, de entre todos aquellos gigantes, ninguno tan notable como este último que llevó a cabo su obra en una pequeña ciudad del norte de África, pero cuyo impacto se hizo sentir en los siglos por venir en todo el cristianismo occidental - tanto católico como protestante.”

Agustín es como Freud, escribió tanto e influyó tanto que no hay forma de borrar su influencia, aunque no estemos de acuerdo con él. Pero estudiemos su historia y los conflictos que enfrentó para poder entender cómo y por qué construyó sus argumentos. Fue un teólogo y los teólogos se equivocan independientemente de los logros en su momento y su aportación positiva en el cristianismo.

Agustín fue primero maniqueo. El maniqueísmo consistía en una doctrina que explicaba el universo en términos de bien y mal, luz y tinieblas. Separando estos dos principios y buscando la luz se obtiene la salvación, (estoy simplificando). El atractivo de esta creencia era que sonaba muy racional y contrario al cristianismo, era elegante. Ellos ridiculizaban el cristianismo diciendo que sus escrituras eran burdas y vulgares. Esto le atrajo a Agustín al principio. Pero luego se fue dando cuenta que no todas sus preguntas eran contestadas y permaneció como “oyente”. Cuando sus dudas no fueron satisfechas se hizo neoplatónico. El neoplatonismo proponía que existe el Uno inefable y que de él emana todo lo demás.  El éxtasis es acercarse a ese uno y el mal es alejarse de ese Uno.  En esto Agustín encontró una mejor respuesta al origen del mal y a concebir a Dios de una forma más racional que como se la presentaban los maniqueístas. Esto me hace a mí ver como ese concepto de el Uno  pudo haber influido en Agustín para luego aceptar un Dios de destino que todo lo controla.

Agustín luego escucha a Ambrosio de Milán y la predicación y la exposición de las Escrituras por este lo convencen de la veracidad de las mismas y se convierte al cristianismo. Pero y cito a Justo González en su Historia del Cristianismo tomo I, “debido al ejemplo monástico y a su formación neoplatónica, Agustín estaba convencido que de hacerse cristiano debería de renunciar a su carrera como maestro de retórica y a todas sus ambiciones y a todo goce de los placeres temporeros.”  O sea que la influencia neoplatónica está presente. En esta etapa Agustín va a tener una lucha constante y atormentadora con su naturaleza pecaminosa.

Dentro de ese proceso de crecer en su vida cristiana renuncia a su concubina y vive con su madre Mònica y su hijo Adeodato. Muere su madre y se va a Tagaste con su hijo. Se dedica a una vida austera, no monástica, pero si en disciplina estudio y servicio. Escribe sus primeras obras y cito de Justo: “En algunas de ellas se veía todavía el sello neoplatónico”.

Luego pasa a Hipona y allí termina siendo pastor y obispo. Allí comienza a escribir las obras que lo consagrarían como uno de los grandes teólogos de la historia. Comienza a escribir contra los maniqueos y en esta etapa defiende el libre albedrío. Los maniqueos sostenían que todo estaba predeterminado y que el ser humano no tenía libertad alguna. Lo defendió al punto de que las circunstancias no determinaban el ejercicio de esa libertad.  La libertad en su propia esencia es suficiente para operar. Agustín atribuyó a esta libertad el origen del mal. Dios no es el autor del mal sino las criaturas al ejercer incorrectamente su libertad. Cito de Historia del Cristianismo; “Esto a su vez quiere decir que el mal no es “algo”, no es una “cosa” como pretendían los maniqueos al hablar de las tinieblas. El mal es una decisión, una dirección, una falta o negación del bien”.

Pero luego viene Pelagio con su doctrina de que el hombre es capaz de vivir la vida cristiana libre del pecado y Agustín reacciona yéndose a negar el libre albedrío.  Pelagio decía que el hombre tiene todo lo necesario para sobreponerse al pecado y Agustín recordando sus luchas con su carne concluyó que el hombre es esclavo de su pecado y solo puede desear el pecado. Aquí es que Agustín comienza a usar el cambio de definiciones que he descrito anteriormente para explicar la incapacidad del hombre en salvarse así mismo. Citando a Justo, “Esto no quiere decir sin embargo que toda libertad haya desaparecido. El pecador sigue siendo libre para escoger entre varias alternativas. Pero la alternativa que no puede escoger por sí mismo es la de dejar pecar. Antes de la caída teníamos libertad de pecar y de no pecar. Pero después de la caída solo nos queda la libertad de pecar.”

Aquí es que se comete el error de usar malas definiciones. Libertad significa escoger entre dos opciones o más. Si el hombre perdió la libertad de no pecar, no le quedó libertad para pecar. Si no hay dos opciones ya no se puede hablar de libertad. Solo se puede hablar de esclavitud, obligación o coerción. Si solo queda una alternativa ya no hay libertad. El hombre después de la caída quedó esclavo del pecado y eso es un hecho sostenido claramente en la Escritura. Pablo dice en Rom. 7:14 “más yo SOY carnal vendido al pecado”.

De ahí Agustín llega a la conclusión de que el hombre es incapaz de recibir la gracia. Como el hombre solo puede pecar, no puede querer recibir la gracia. No puede querer la gracia, No puede creer en la gracia. Por lo tanto, Dios tiene que imponérsela y por eso hay que añadirle el apellido de “irresistible” a la gracia. El argumento es que por cuanto el hombre solo puede pecar no puede hacer nada bueno y mucho menos querer buscar o desear a Dios. Esto los reformadores lo van a ampliar con su doctrina de la depravación total.  El problema de este análisis es que se concebía que, con que el hombre pudiera hacer algo para volver a Dios, Dios lo salvaría.  Eso es incorrecto pues, aunque el hombre pudiera hacer obras del agrado de Dios su condición de pecador no se altera delante de Dios y por otro lado la naturaleza de Dios demanda expiación por el pecado. Eso es revelado en la Escritura. Por lo tanto pasando estos hechos por alto Agustín y todos los que necesitan la predestinación, asumen que Dios tiene que imponerle su gracia al hombre. Con su concepto de libre para pecar concluyeron que era incapaz de creer, aceptar, o tan siquiera querer la gracia de Dios para su vida. Y por tanto tiene que obligarlo pues “no puede salvarlo contra su voluntad” Cito de Historia del pensamiento Cristiano tomo I: La gracia es irresistible. No se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia que le ha sido dada, porque la gracia actúa en la voluntad, llevándola a querer el bien. Esto no quiere decir en modo alguno que Agustín haya olvidado o abandonado su defensa del libre albedrío. La gracia no se opone a la voluntad. No se trata de que la gracia obligue al humano a tomar una decisión aun en contra de su propia voluntad. Se trata más bien de que Dios, mediante su gracia, mueve a la voluntad, la fortalece y la estimula, para que ella misma, sin coerción alguna, opte por el bien. El pecador no se salva a sí mismo; pero tampoco es salvado contra su voluntad. «Ni la gracia de Dios sola, ni él solo, sino la gracia de Dios con él») La gracia mueve a la voluntad, pero solo mediante una «suave violencia» que actúa de tal modo que la propia voluntad concuerda con ella.”

Cuando vemos esta cita lo primero que llama la atención es la frase “no se puede concebir que la voluntad se pueda oponer a recibir la gracia que le ha sido dada” ¿Por qué? ¿Quién decidió que el hombre es incapaz de recibirla? El que el hombre no mereciera que Dios lo salvara no implica que no reconozca la intención de Dios en salvarlo. Aunque vimos que por su amor Dios quiso salvarlo por su justicia no tenía que salvarlo. ¿Quién definió que la esclavitud del pecado es incapacidad de recibirla y quién definió recibir como un acto creado por el hombre cuando recibir es un acto de fe?  Dios nunca le exigió al hombre que reparara el pecado, la separación. No podía. Dios proveyó el plan y creó la salvación y al ofrecerla, por eso se llama gracia. Pero lo que la Biblia nos enseña es que Dios diseñó que fuera recibida por la fe y eso sí el hombre lo podía hacer. Concebir que esclavitud del pecado es incapacidad de creer y por lo tanto la inhabilidad de recibir no surge del trato de Dios con el hombre expresado en la Biblia. En Hebreos 11:4 dice “por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas y muerto aún habla por ella.” ¿What? Abel tenía fe y era esclavo del pecado y por esa fe Dios aceptó su acto de ofrendar y todavía esa fe habla de él.  Por lo tanto, no me parece que esclavitud del pecado es incapacidad de creer. Luego cuatro veces dice la Biblia que “el justo vivirá por la fe”. Si Abel pudo creer y Abraham pudo creer, decir que el hombre es incapaz de actuar en fe porque es esclavo del pecado es asumirlo después que construyes incorrectamente la definición de que ser esclavo del pecado es ser incapaz de creer.  Los que necesitan la predestinación van a utilizar Ef. 2:8 para decir que la fe es el don de Dios. Lo que es el don es la salvación que el hombre no podía producirla de ninguna manera. La fe es producida por el hombre y por eso Dios en todo momento llama al hombre a creerle pues el hombre se rehúsa a creerle a Dios. Nos definen arbitrariamente que la fe en otros dioses o la fe que tienen los demonios como se cita en Santiago no es la fe que Dios demanda para El. En todo el VT se ve a Dios honrando la fe en el que sea y no hay nada en el texto que ponga a Dios produciendo la fe en el hombre.

Volviendo a la cita de Justo González, “no se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia” es una contradicción. ¿no me están diciendo que el hombre es incapaz de recibirla y ahora dicen que no se puede oponer a recibirla para justificar el hacerla irresistible? Pero como el argumento es débil dice y cito “No se trata de que la gracia obligue al humano a tomar una decisión aun en contra de su propia voluntad. ¿No? ¿y de qué se trata? De que la voluntad la puede rechazar pero como ya dijeron que es incapaz de recibirla,  para que no se vea como que se la están imponiendo al llamarla irresistible pues vamos a redefinir que no está imponiéndose, sino que está persuadiendo al hombre incapaz de aceptarla a aceptarla y todo para que creas que “no se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia”. La gracia mueve a la voluntad, pero solo mediante una «suave violencia» que actúa de tal modo que la propia voluntad concuerda con ella.” ¿En qué quedamos?  ¿Hace falta la voluntad del hombre o no? Si la gracia tiene que ser irresistible porque el hombre es incapaz de recibirla, ¿para qué la gracia tiene que hacer que la voluntad concuerde con ella? “La salvación, desde el principio hasta el fin, es obra de la gracia;  sin que esto implique en modo alguno que se destruya o se viole la voluntad humana, que es movida por la gracia para desear el bien.”  La salvación es obra de la gracia; cierto. Pero ¿por qué el cuidado de decir que “implique en modo alguno que se destruya o se viole la voluntad humana” cuando va a ser movida a desear un bien que no le interesa? ¿para qué la gracia tiene que mover a los hombres a desear el bien? Los hombres tienen un concepto del bien y lo persiguen. Pero en la Biblia el interés de Dios no es que los hombres busquen el bien. Eso es un requisito para los justos. Lo que Dios busca es que se le crea “sin fe es imposible agradar a Dios” Heb. 11:6; que se le busque, “para que busquen a Dios” Hechos 17;27. que se le adore, “el Padre tales adoradores busca que le adoren” Jn. 4:23 y que le reconozcan pues tiene la capacidad de reconocerlo. “detienen con injusticia la verdad” Rom. 1:18, “de modo que no tienen excusa” 1: 20, “habiendo conocido a Dios”, 1:21, “y cambiaron la gloria del Dios incorruptible”, 1:23, “cambiaron la verdad de Dios”, 1:25, “no aprobaron tener en cuenta a Dios” 1:28, “habiendo entendido el juicio de Dios” 1:32.

Así que el hombre en su esclavitud del pecado no es incapaz de creerle o adorar o buscar o reconocer a Dios y sus verdades. Todos estos textos se refieren a inconversos no a creyentes. En ninguno aparece la gracia como agente provocador para iniciar esas expectativas de Dios en el Hombre. En la Prox. Sección vamos a continuar cuestionado a Agustín.

Predestinado para cuestionarme la Predestinación - Definiciones Parte 3: ¿Hacemos las definiciones en base a los hechos o hacemos los hechos en base a las definiciones?

En la sección anterior vimos que originalmente el concepto del destino era una deidad. La deidad dirigía el devenir de los seres. Distintas religiones y filosofías establecen el límite de esa dirección. Vimos que los judíos no creían que Dios dirigiera las decisiones de los hombres y que el hombre tiene libre albedrío. Los fariseos creían que la divina providencia dirigía los asuntos de los hombres, pero no cancelaba la voluntad de los hombres. “Todo está en las manos de Dios menos el temor a Dios.”. En otras palabras, Dios dirige, pero no obliga a los hombres.  Vimos que en la evolución de explicar cómo es que Dios dirige, pero no impide el libre albedrío, surge la conclusión de “si Dios conoce lo que cada hombre va a hacer”, es que ya está determinado lo que el hombre va a hacer. Esta es la pregunta o la paradoja que dirige la discusión sobre el tema de la predestinación. Si la actuación de cada uno está determinada, es inevitable e inmutable; ¿Cómo es posible que el ser sea libre en su decisión? ¿Es su decisión? ¿Es libre?

Refiriéndome al título de esta parte, hacemos las definiciones en base a los hechos o los hechos en base a las definiciones, si definimos libre albedrío, decidir, libertad como la acción del hombre para escoger, decidir o actuar entre dos o más opciones, inevitablemente tenemos que aceptar que, si no hay por lo menos dos opciones para elegir, decidir o actuar sobre ellas, no hay elección, no hay decisión, no hay libertad. Habrá una actuación, pero no hubo decisión o elección. Habrá una actuación, pero no hubo un ejercicio de libertad. Es absurdo. Si un individuo está en un avión que se va a estrellar, tiene la libertad de estrellarse con el avión o estrellarse sin el avión tirándose del avión. No tiene la libertad de no morir pues no tiene la opción de vivir. Hablar de su libertad para morir o decir que tiene la libertad de morir, o peor aún; decir que fue su elección morir, es absurdo, irracional y ridículo. ¿por qué? Porque ya definimos que tienen que haber dos opciones o más para que ocurra una decisión, elección o libertad. Si A=B no podemos aceptar que A no es igual a B. Esta es una regla que los que han construido o han creído la predestinación pasan por alto como veremos cuando estemos definiendo otros aspectos del tema.

Aquí vemos que hay un hecho que es la capacidad natural del hombre para escoger entre dos opciones. Por asociación y consenso definimos esa capacidad como voluntad y esa actuación como libertad. Vemos como del hecho construimos la definición. Pero si definimos primero voluntad y libertad como cualquier pensamiento o actuación del hombre independientemente de las motivaciones o resultados de esa voluntad o libertad, pues podemos concluir que todo lo que el hombre piensa o hace lo hace “libremente” y por consiguiente es responsable de todo. Si decimos que el hombre es libre para pecar y añadimos que Dios lo condena por su pecado porque es un hecho que Dios condena el pecado, pues Dios hizo algo de acuerdo con su naturaleza y el hombre también. Dios es responsable por ejercer su justicia y santidad, pero el hombre es responsable por su pecado. Aquí ya se da por sentado que responsabilidad depende de quien inicia la acción. Pero esta conclusión parte de una definición incorrecta de libertad (pues el hombre no quedó libre para pecar), que nos lleva a clasificar un hecho incorrectamente y por lo tanto nos lleva a adjudicar las responsabilidades incorrectamente.

Esto es lo que ocurre cuando definimos los hechos en base a la definición. Volviendo al hecho, el hecho mencionado no es que el hombre decide o actúa. Es el hecho de decidir, elegir, escoger entre dos o más opciones por sí mismo. Definimos esa capacidad como libertad. Definimos que, si hay una sola opción disponible, cuyo resultado es inevitable e inmutable, ya sea que el hombre decida o no actuar sobre la misma, que eso no es un ejercicio de libertad. Lo definimos como esclavitud, obligación, cohesión o ¡bingo!, destino. Ejemplo: el hombre decide no estrellarse con el avión, escoge tirarse porque puede abrir la puerta y abandonar el avión. Es libre de tomar esa decisión. Lo mismo si decide no tirarse es su decisión. Podemos hablar hasta de la responsabilidad de esa decisión. Ahora, hablemos de que él decide morir. ¿Qué? No hay que decidir sobre eso. No hay opción, es inevitable. No podemos culparlo o responsabilizarlo por suicidio. Otro ejemplo. El hombre no tiene la libertad de no respirar. Puede intentar no respirar, pero está obligado. Si se obliga a no respirar lo más que va a lograr es quedar inconsciente y su sistema autónomo lo obliga a respirar. El hombre puede elegir mecánicamente interrumpir su respiración ahorcándose o hundiéndose en el agua. Pero no puede dejar de respirar por sí mismo. Tiene la libertad de vivir o suicidarse, pero no tiene la libertad de dejar de respirar. Pudiéramos decir que tiene la libertad de intentar de dejar de respirar pues tiene la opción de intentarlo o no, pero no podemos decir que tiene libertad para dejar de respirar. Así vemos como de un hecho (escoger entre dos opciones), construimos una definición de voluntad, libertad y hasta responsabilidad.  Pero si hubiéramos escogido partir de otro hecho como la obligación de respirar para definir lo mismo, hubiéramos llegado a otra definición de voluntad, libertad y responsabilidad.

Repasando la mal definida libertad del hombre para pecar mencionada anteriormente, vemos que de un hecho; la esclavitud del hombre al pecado después de la caída se define mal pues no hay dos opciones para el hombre, pecar o no pecar. Solo hay la opción de pecar. (Descartamos por ahora la opción de no pecar antes de la caída). La situación es peor: no solo está obligado a pecar, es pecador. Por lo tanto, no puede agradar a Dios. Otro hecho. Está destituido de la gloria de Dios. Otro hecho, no puede resolver el problema. Otro hecho, no observado, pero aceptando la revelación de Dios, Dios ofrece salvarlo. Otro hecho, revelado, unos se salvan y otros no. De aquí en adelante es que empieza la discusión. Surgen preguntas todas genuinas. ¿Por qué salva a unos y otros no? ¿Por qué no salva a todos? ¿Estaba Dios obligado a salvar? ¿Por qué no impidió el pecado en primer lugar? ¿Por qué hizo seres libres?  ¿Creo Dios seres libres? Todas estas y otras van a tratar de explicar el hecho adjudicando a Dios la intención, la creación y la acción de la salvación, ya que el hombre no es capaz de cambiar su condición (de pecador), ni producir la salvación). Pero al construir las explicaciones hay que utilizar los hechos de la naturaleza y el carácter de Dios revelados y si las respuestas a las preguntas armonizan con Dios, son satisfactorias. Si no armonizan o contradicen algo de la naturaleza o el carácter de Dios, hay que cambiar las definiciones para que sean satisfactorias (que es lo que hacen los que necesitan la predestinación).

Veamos. Dios es amor. ¿Ama a todos?  Si. ¿Por qué no salva a todos? Porque Dios no solo es amor. Dios es Justo y Santo. Por lo tanto, el pecado crea una separación insuperable de parte de Dios. Para que el amor no contradiga la justicia y la santidad de Dios, admitimos que Dios es misericordioso. Por lo tanto, provee para quitar el “pecado de en medio”.  Pero Dios también tiene ira. Tiene que manifestarla contra el pecado y el pecador. Tiene que manifestarla. Tiene que manifestarla ya sea para corregir y satisfacer el amor o para castigar y satisfacer la justicia. Hasta ahí todo está bien, todo está “chilling”. Ya la pregunta de si Dios estaba obligado a salvar es por su amor y no por su justicia y santidad. Pero eso no resuelve por qué unos sí y otros no. Entonces como el hombre es esclavo del pecado (hecho), y no todos se salvan (hecho) Dios tiene que decidir a quién se la va a aplicar y a quien no. Esclavo del pecado es el término correcto. Pero los que necesitan la predestinación utilizan “libre para pecar” porque así es más fácil adjudicarle la responsabilidad al hombre por su pecado y Dios queda absuelto de toda responsabilidad. Luego eso evolucionará como la depravación total en donde el hombre es incapaz de tan siquiera desear la salvación y mucho menos capaz de creer. Dando por hecho que el hombre es incapaz de creer, y Dios es el autor y aplicador de la salvación, hay que cancelar el libre albedrío.

Pero ya aquí, al Dios estar señalado como el autor de la salvación y el adjudicador del beneficio, el problema es que las criaturas (nosotros que no necesitamos la predestinación), vamos a hacer a Dios responsable de la elección tanto de los elegidos para salvación como de los elegidos para perdición (otro hecho). Pero aquí los que necesitan la predestinación, para que Dios no quede como el responsable por la perdición de los que se pierden, tienen que buscar   en Dios qué atributos nos pueden explicar por qué Dios no es responsable. Primero se va a utilizar la gracia de Dios. Por definición es el don inmerecido. Como es inmerecido ni los elegidos para salvación lo podían esperar y solo pueden quedar agradecidos, y los elegidos para perdición no se pueden quejar pues Dios no estaba obligado a salvarlos.

Después viene el preconocimiento de Dios. Vimos como los judíos ya consideraban esto en su discusión sobre el libre albedrío. Como Dios sabe quien le va a servir y quien no, pues ya había decidido aplicar el beneficio a cada cual.

Después viene la soberanía de Dios. Dios en su soberanía decretó de antemano todo lo que iba a suceder y aunque creó los seres con voluntad, les prefijó las condiciones y las acciones en las cuales iban a utilizar esa voluntad.

Todo esto se desprende del hecho de que el hombre es esclavo de su pecado y el hecho de que no todos se salvan. Si a todo esto le añadimos que damos por sentado, admitimos como hecho que el futuro existe y por lo tanto el destino, los defensores de la predestinación contestan todas las preguntas. Sí; pero surgen algunas. ¿Quién creó el destino? ¿Quién creó el futuro? ¿Quién creó las acciones? Si Dios “hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef. 1:11), como nos citan los calvinistas para probar que todo ocurre bajo el control de Dios, entonces Dios sigue siendo responsable. ¿Cómo se soluciona esto? Se cambian las definiciones. Empezamos cambiando esclavitud al pecado por libertad para pecar. Así, aunque no haya dos opciones (pecar y no pecar), el hombre es responsable de su pecado. Desviamos la atención hacia el hombre adjudicándole responsabilidad por su pecado pues quien peca es el hombre y evitamos relacionar a Dios como el autor de el cambio de condiciones en favor de unos y en perjuicio de otros. ¿Quién se pierde? El que peca. Dios no lo hace pecar. Lo llama a que no peque. Dios no es responsable de sus acciones. ¿Quién se salva? El que Dios sabía que iba a escoger la salvación y por eso lo eligió. Si se queda ahí Dios no es responsable de quien se salva. Dios “solo sabía que se iba a salvar”. Pero quedan dos asuntos a discutir; existe el destino si ya estaba determinado quien iba a escoger a Dios y Dios creó el destino o predestinó todo suceso. En ambos casos Dios tiene la responsabilidad de quién se salva y por default de quién se pierde. Los que necesitan la predestinación recurren a negar que Dios tenga responsabilidad contra toda lógica o recurren a los “misterios de Dios que el hombre no puede comprender”. Esto lo vamos a ver citando los textos de autores más adelante.

Regresando a cómo los calvinistas tratan de librarse de que Dios no es responsable de la elección de unos y la perdición de los otros, mencioné que toman atributos de Dios y los redefinen para no adjudicarle a Dios responsabilidad.  Primero la gracia. Definen la gracia como “irresistible” para que no “falle” el plan de Dios. Esto es innecesario pues si ya establecieron que el hombre es esclavo del pecado, que redefinen como libre para pecar, es incapaz de recibir la gracia. El primer error es creer que porque el hombre no es capaz de recibirla hay que imponérsela pues si no; nadie se salva. La gracia no depende de ser recibida para que sea gracia. Solo depende de ser ofrecida. Depende de ser inmerecida pues si es merecida ya no es gracia es deuda. El segundo error es creer que el hombre no es capaz de recibirla. Para esto definen la esclavitud para pecar como la incapacidad para recibir la gracia desarrollando la doctrina de la depravación total del hombre. Por lo tanto, hay que imponérsela. Si la gracia es resistible la responsabilidad de resistirla recae en el hombre y no en Dios.

Segundo es el preconocimiento. Como ya expliqué en la primera parte de las definiciones, Dios no tenía que haber predestinado, creado, o decretado los acontecimientos para conocerlos. Los que así piensan es porque dan por sentado el destino y el futuro. Si Dios solo puede conocer lo que ha decretado para que ocurra es un Dios muy limitado y en nada superior a los dioses paganos. Mi Dios es capaz de conocer todos los futuros posibles e imposibles (para nosotros) y es capaz de conocer todas las acciones posibles de sus seres y todos los eventos posibles de cada acción posible. El que Dios haya creado seres libres capaces de hacer x acciones que van a provocar x futuros, no condiciona su preconocimiento   a uno en particular. Al Dios conocer los futuros de todos los seres y dejar en manos de la voluntad de cada uno qué acción escoger, la responsabilidad por cualquiera de los futuros siempre recae en los seres y no en Dios.

Tercero la soberanía. Los calvinistas definen la soberanía como que nada ocurre fuera de la soberanía. Si algo ocurre que Dios no haya predeterminado, Dios no es soberano. El primer error es creer que Dios  tiene que ejercer su soberanía en cada lugar y en cada momento del universo para ser soberano. De la misma manera que Dios era soberano antes de crear, Dios es soberano, aunque haya creado seres que actúen fuera de su soberanía. Pensar que Dios depende de haber creado para ser soberano es aceptar que Dios no era soberano antes de crear.  El segundo error es creer que, si Dios creó seres libres capaces de desobedecerlo, entonces Dios no es soberano. De la misma manera que la soberanía era soberanía antes de crear, y la soberanía sigue siendo soberanía después, la soberanía sigue siendo soberanía después de haber creado seres libres. Pero, ¿por qué Dios creó seres capaces de desobedecerlo si con crearlos incapaces de desobedecerlo se hubiera ahorrado todo este drama? Porque Dios es amor, y aunque el amor depende de alguien que lo genere el amor requiere ser reciprocado y ser reciprocado libre y voluntariamente. ¿De dónde yo me saco esto?  En la Trinidad existen tres personas que se aman eternamente y con amor ágape.  Nace de la voluntad de cada uno y es reciprocado libremente entre cada uno. No es extraño pensar que cuando Dios dijo “hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”, que eso incluyera la capacidad de que el hombre amara a Dios con la misma clase de amor con que la Trinidad se ama. Un amor voluntario que requiere una voluntad y a la vez libre pues amor obligado no es amor. Por lo tanto, Dios hizo a los seres libres para amarlo. Yo no recuerdo un texto que describa lo que yo concluyo aquí pero tampoco recuerdo un texto en donde Dios obligue a alguien a amarlo. Dios nos amó primero y nos invita a amarlo. Así yo explico el libre albedrío.

Predestinado para Cuestionarme la Predestinación - Definiciones parte 2: El concepto del destino en la historia

Las tres Moiras. Relieve, tumba de Alexander von der Mark,
por Johann Gottfried Schadow. Old National Gallery, Berlín


En la mitología griega, las Moiras (en griego antiguo Μοῖραι, ‘repartidoras’) eran las personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología romana eran las Parcas o Fatæ, las Laimas en la mitología báltica y las Nornas en la nórdica. Vestidas con túnicas blancas y de semblante imperturbable, su número terminó fijándose en tres.

La palabra griega moira (μοῖρα) significa indistintamente ‘destino', ‘parte', ‘lote' o ‘porción', en referencia a su función de repartir a cada mortal la parte de existencia y de obras que le corresponden en el devenir del cosmos. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, y aun después en el Hades.

En principio, las Moiras eran concebidas como divinidades indeterminadas y abstractas, quizá incluso como una sola diosa. En la Ilíada de Homero se habla generalmente de "la Moira", que hila la hebra de la vida para los hombres en su nacimiento 1​ (μοῖρα κραταιή, moera Krataia: ‘poderosa Moira’). 2​ En la Odisea hay una referencia a las Klôthes (Κλῶθές) o hilanderas.3​ En Delfos sólo se rendía culto a dos: la moira del nacimiento y la de la muerte. 4​ En Atenas, la diosa Afrodita era considerada la mayor de ellas en su aspecto de Afrodita Urania, según la Descripción de Grecia de Pausanias. 5​ Una vez su número se hubo establecido en tres, 6​ los nombres y atributos de las Moiras quedaron fijados:

  • Cloto (Κλωθώ, ‘hilandera’) hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso. Su equivalente romana era Nona, originalmente invocada en el noveno mes de gestación.
  • Láquesis (Λάχεσις, ‘la que echa a suertes’) medía con su vara la longitud del hilo de la vida. Su equivalente romana era Décima, análoga a Nona.
  • Átropos (Ἄτροπος, ‘inexorable’ o ‘inevitable’, literalmente ‘que no gira’, 7​ a veces llamada Aisa) era quien cortaba el hilo de la vida. Elegía la forma en que moría cada hombre, seccionando la hebra con sus «detestables tijeras» cuando llegaba la hora. En ocasiones se la confundía con Enio, una de las Grayas8​ Su equivalente romana era Morta (‘Muerte’), y es a quien va referida la expresión "la Parca" en singular. 

En la tradición griega se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida. Originalmente podrían haber sido diosas de los partos, si bien esta función acabaría asumida por la deidad de origen minoico Ilitía; paralelamente, la posterior adquisición de su papel como señoras del destino las vincularía y a la vez diferenciaría de otras divinidades de la muerte propiamente dicha, como Tánatos y las Keres. Por ello, y en especial por el predominante papel de Átropos, las Moiras inspiraban gran temor y reverencia, aunque podían ser adoradas como otras diosas: las novias atenienses les ofrecían mechones de pelo y las mujeres juraban por ellas.

Un texto bilingüe eteocretense 9​ tiene la traducción griega ομοσαι δαπερ ενορκίοισι (omosai d-haper enorkioisi, ‘pero puede jurar [estas] mismas cosas a las Guardianas de Juramentos’). En eteocretense esto se escribe —S|TUPRMĒRIĒIA, donde MĒRIĒIA puede aludir a las divinidades que los helenos conocían como las Moiras.

Diversas versiones de las Moiras existieron en los niveles mitológicos europeos más antiguos. Es imposible no relacionarlas con otras diosas hilanderas del destino indoeuropeas, como las Nornas en la mitología nórdica o la diosa báltica Laima y sus dos hermanas.

Zeus y las Moiras

Las tres Moiras matando a los gigantes Agrio y Toante. 
Detalle de un friso del Altar de Pérgamo (Museo de Pérgamo, Berlín).

Las Moiras también eran temidas y respetadas por los dioses. El mismo Zeus estaba sujeto a sus designios, según palabras de la sacerdotisa pitia de Delfos. Hesíodo se refería a ellas como «las Moiras, a quienes el sabio Zeus respetó con los mayores honores»,10​ aunque ninguna obra clásica precisa hasta qué punto exacto los propios inmortales estaban sometidos a sus dictámenes.

Sin embargo, en contraposición a este punto, un supuesto epíteto del rey de los dioses, Zeus Moiragetes (‘Zeus Dador de Destino’), fue plasmado en el siglo II por Pausanias a raíz de una inscripción que contemplara en Olimpia:
Cuando se llega al punto de partida de las carreras de carros, hay un altar con la inscripción "Al Dador de Destino".11
También se refirió a los relieves esculpidos en el templo de Zeus en Megara, citando que «sobre la cabeza de Zeus están las Horas y las Moiras, y todos pueden ver que es el único dios obedecido por éstas». Igualmente advirtió que había un santuario de las Moiras a las puertas de Tebas, contiguo al de Zeus; 12​ mientras que el del dios contaba con representación escultórica, el de la tríada no.

Los griegos afirmaban variadamente que las Moiras eran hijas de seres primordiales como Nix (la Noche), Caos o Ananké (la Necesidad) —H. J. Rose escribe que Nix era la madre de las Moiras13​ y de las Erinias en la tradición órfica—, pero algunos mitógrafos posteriores fueron tan diametralmente opuestos como para afirmar que las Moiras eran hijas de Zeus, bien junto con Ananké o bien junto con Temis (la Justicia) o Nix, como Hesíodo señala en un pasaje,.14

De los testimonios de Pausanias y de esta segunda vertiente genealógica se infiere la preeminencia de Zeus respecto de las Moiras y su potestad. Ello no se correspondería con lo que nos ha llegado de los cultos y tradiciones más antiguos, en los que se nos presenta a las Moiras como divinidades primigenias o ctónicas al margen del devenir y de la voluntad del resto de dioses, insertas en el ámbito de los principios prístinos e inamovibles del universo. Es probable que dicha aproximación se deba a un intento de modificar los mitos originales para que encajaran con el más tardío sistema patriarcal olímpico. 

Esta postura tampoco era aceptable para Esquilo, Heródoto o Platón, que consideraban a Zeus conocedor y administrador del destino de los hombres en tanto soberano del orden establecido, pero no decisor último del mismo. En efecto, tanto él como el resto de inmortales podían dispensar al ser humano dichas, aflicciones, recompensas y castigos; pero a menudo éstos no harían sino responder a lo ya establecido de antemano por las Moiras. En cualquier caso, lo que cada hombre podría o no conseguir a lo largo de su existencia, el límite temporal a ésta y su finalidad predeterminada eran competencia exclusiva de esta trinidad.


Las tres Moiras, o El triunfo de la Muerte. 
Tapiz flamenco, 1520 d.C. aprox., Victoria and Albert Museum, Londres

Se las representaba comúnmente como a tres mujeres hieráticas, de aspecto severo y vestidas con túnicas: Cloto, portando una rueca; Láquesis, con una vara, una pluma o un globo del mundo; y Átropos, con unas tijeras o una balanza.

En otras ocasiones se les atribuye la apariencia de tres viejas hilanderas, o de tres melancólicas damas (una doncella, una matrona y una anciana, respectivamente). Shakespeare se inspiró en este mito para crear las tres brujas que aparecen en Macbeth, cuya intervención es determinante en el destino del protagonista.

Podemos ver que en la antiguedad el destino era un deidad. En el hiduismo, budismo y otras religiones, se construyó una mezcla entre destino y libre albedrío. Las decisiones pasadas  construyen tu presente y ése es tu karma , en el hinduísmo. En el budismo la experiencia te ayuda a tomar mejores decisiones para el futuro. En el islam, aunque Alá es todopoderoso y lo sabe todo, el hombre es totalmente responsable por sus acciones.

En el judaísmo, que es el que más nos concierne, pues es relevante a la discusión de si el concepto del destino es un concepto judío, no necesariamente podemos concluir que de la Tora sacaron un conepto de destino. Veamos. La creencia del libre albedrío (hebreo: bejirá jofshith בחירה חפשית, bejirá בחירה) es axiomática en el pensamiento judío, y está conectada muy de cerca con el concepto de premio y castigo, basado en la Torá. El Versículo 30:19 del Deuteronomio dice “Yo (Dios) te he dado vida y muerte, bendición y maldición: escoge vida”. El libre albedrío es entonces discutido largamente en la filosofía judía, primariamente como el objetivo de Dios en la creación, y después resultando en una paradoja.

Los judíos en la actualidad mantienen discusiones sobre el Libre albedrío y la participación de Dios en las elecciones morales que toman las personas, y el grado de libertad de decidir que posee cada persona.

Las enseñanzas tradicionales sobre la creación, particularmente influenciado por el misticismo judío, son que “este mundo es como un pasillo para el Mundo Venidero” (Pirkei Avoth 4:16). “El hombre fue creado con el solo propósito de regocijar a Dios, y derivando el placer del esplendor de Su presencia… el lugar donde esta alegría se dará es en el Mundo Venidero, que fue creado expresamente para esto; pero el camino al objeto de nuestros deseos es este mundo…” (Moshe Jaim Luzato, Mesillat Yesharim, Cap.1).

El libre albedrío es requerido en la justicia de Dios, “de otra manera, el Hombre no obtendría ni rechazaría actos de bondad sobre los cuales él no tendría control.” 24​ Es entendido posteriormente que para que el Hombre pueda tener un libre albedrío verdadero, no debe tener solamente esto internamente, sino también un ambiente que permita una decisión entre obediencia y desobediencia. Dios, así, creó el mundo para que bien y mal puedan operar libremente;24​ esto es el significado de la máxima rabínica, “todo está en las manos del cielo menos el miedo al cielo” (Talmud, Berachot 33b). En la literatura Rabínica, hay mucha discusión entre la omnisciencia de Dios y el libre albedrío. La visión representativa es que “todo está previsto; aun así, el libre albedrío es dado” (Rabí Akiva, Pirke Avot, 3:15). Basado en el entendimiento, el problema es descrito como una paradoja, más allá de nuestro entendimiento.

“El Sagrado, Bendito sea, sabe todo lo que pasará antes de que haya pasado. ¿Sabrá Dios si una persona particular será buena o mala, o no lo sabrá?, si Él lo sabe, será imposible para esa persona no ser buena, y así demuestra que no conoce todo lo que Él ha creado...El Sagrado, Bendito sea, no tiene temperamentos y está fuera de dichos ambientes, a diferencia de la gente, cuyos seres y temperamentos son dos cosas separadas. Dios y sus temperamentos son uno, y la existencia de Dios está más allá de la comprensión del hombre… No tenemos las capacidades de comprender cómo El Sagrado, Bendito Sea, conoce todos los eventos y su creación. [Sin embargo] se sabe sin duda que la gente hace lo que quiere sin El Sagrado, Bendito Sea, forzándolos a hacer algo… Es dicho por esto que un hombre es juzgado de acuerdo a sus acciones.” (Maimonides, Mishne Torá, Teshuva 5:5)

La paradoja es explicada, pero no resuelta, al observar que Dios existe fuera del tiempo y por lo tanto, su conocimiento del futuro es exactamente el mismo conocimiento del pasado y del presente. 24​ Así como su conocimiento del pasado no interfiere con el libre albedrío del hombre, tampoco en un futuro. Una analogía es aquella del viaje en el tiempo: El viajero del tiempo, habiendo regresado del futuro, sabe previamente lo que alguien hará, pero mientras él sabe esto, este conocimiento no causa la acción del sujeto; el sujeto tuvo libre albedrío incluso cuando el viajero del tiempo tuvo un conocimiento previo. Esta distinción entre conocimiento previo y predestinación, es discutido por la crítica de Maimonides Abraham Ibn Daud; véase Hasagat HaRABaD ad loc.

Aunque lo previo representa la vista mayoritaria en el pensamiento rabínico, hay muchos grandes pensadores que resuelven la paradoja al excluir explícitamente el divino conocimiento previo. Ambos, Saadia Gaon y Judah ha-Levi mantienen que “las decisiones del hombre preceden al conocimiento de Dios.” Gersónides sostiene que Dios sabe, de antemano, las decisiones abiertas a cada individuo, pero no conoce que decisión el individuo en su libertad tomará.

Isaiah Horowitz toma el punto de vista de que Dios no puede saber cuáles elecciones morales tomarán las personas, pero que, sin embargo, no deteriora su perfección.

La existencia del libre albedrío y la paradoja descrita anteriormente está ligada cercanamente al concepto de Tzimtzum. Tzimtzum apoya la idea de que Dios “contrajo” su esencia infinita, para permitir la existencia de un “espacio conceptual”, en el cual un mundo finito, independiente pudiese existir. Esta “constricción” hizo posible al libre albedrío, y seguidamente el potencial para heredar el potencial y el Mundo Venidero. Más allá, de acuerdo con la primera aproximación, está entendido que la paradoja de la omnisciencia del libre albedrío provee un plano temporal paralelo a la paradoja inherente dentro de Tzimtzum.

En la garantía del libre albedrío, Dios, de alguna manera ha “disminuido” su conocimiento previo para permitir la acción independiente del hombre; Él posee su conocimiento previo y aun así el libre albedrío existe. En el caso de Tzimtzum, Dios ha contraído su esencia para permitir la existencia independiente del hombre; aun así, es atractivo y trascendente.

En el pensamiento judío, el libre albedrío es todavía discutido en conexión con la Teología Negativa, la Divina Simplicidad y la Divina Providencia así como los principios judíos de la fe en general.

Por lo que aquí se nos describe, el judaísmo parte de que el hombre es libre y Dios le dió la oportunidad o las opciones para que ejerciera esa libertad. Pero luego al tratar de reconciliar el preconocimiento de Dios con esa libertad, caen en el mismo problema de los calvinistas.  Aquí los judíos reducen a Dios para no cancelar el libre albedrío y los calvinistas para no reducir a Dios cancelan el libre albedrío. Esto se resuelve cuando definamos preconocimmiento, soberanía, gracia, elección, etc.  Ya les demostré en la sección anterior que Dios no necesita crear el futuro para conocerlo.

Sigamos viendo qué creían los judíos sobre el destino. Josefo en el Tomo I de Las Guerras de los Judíos, dice que los Fariseos “suelen atribuir cuanto se hace a Dios y a la fortuna y que hacer bien o mal, dicen estar en manos del hombre, pero que en todo les puede ayudar la fortuna”. De los saduceos dice: “quitan del todo la fortuna, y dicen que Dios ni hace algún mal ni tampoco lo ve; dicen también que les es propuesto el bien y el mal y que cada uno toma y escoge lo que quiere, según su voluntad;”. Aquí fortuna puede referirse a destino si se toma del latín fortuna que es encadenamiento fortuito de sucesos. Si usó la palabra en griego tyche, era la diosa de la suerte buena o mala y una variante de La Moira.

En Antigüedades de los Judíos, Tomo III, libro XVIII, dice de los Fariseos: “A pesar de que enseñan que todo se realiza por la fatalidad, sin embargo, no privan a la voluntad del hombre de impulso propio. Creen que Dios ha templado las decisiones de la fatalidad con la voluntad del hombre, para que éste se incline por la virtud o por el vicio.” Creían en la resurrección de los justos, pero no en la de los injustos. De los saduceos dice: “el alma perece con el cuerpo y se limitan a la observancia de la LEY”.  No dice aquí qué creían sobre el destino. Pero vemos que los fariseos sí creían en el destino pero que el hombre tiene impulso propio.

Del libro Jesús y Su Tiempo, pág. 208, dice de los Fariseos: “Aunque las circunstancias de la vida de cada persona estuvieran influidas en gran medida por la providencia divina, la decisión de seguir o no la ley de Dios era un asunto de libre elección. Para los fariseos, la vida con todas sus penalidades e injusticias era un estado transitorio, y las verdaderas recompensas del hombre bueno y piadosos llegarían en la otra vida, como también el castigo para los malos. En este esquema estaba implícito que cada individuo tenía que prepararse para la vida futura y que aun si nadie podía controlar realmente sus circunstancias básicas (como el ser pobre o ser rico, por ejemplo), cada persona podía escoger entre seguir el camino de la rectitud o no. Mas allá de esta elección, el destino estaba en manos de Dios. “Todo está en las manos de Dios, excepto el temor de Dios”, decían los fariseos. De los saduceos Dice: “cualquier hijo de Abaham era libre de seguir los preceptos de Dios tal como se explicaban en la Torá y conducirse con honor y prudencia y en este caso hallará su recompensa aquí en la Tierra, en una vejez plena y próspera; la otra vida consistiría para él en el honor y el prestigio que su nombre hallaría en la posteridad. O sea, los fariseos al decir aquí “providencia divina” es que Dios dirige las circunstancias, pero el hombre escoge seguir o no a Dios. Los saduceos descartaban esta intromisión de Dios en los asuntos humanos. Los esenios eran los que creian en un determinismo fuerte pero su influencia era mínima en la cultura judía general.


Según hemos visto hasta aquí, los judíos han mantenido un concepto de que le hombre es libre y responsable y lo más parecido al concepto pagano del destino es el de los fariseos con la providencia divina o Dios dirigiendo los asuntos del mundo sin cancelar la libertad del hombre para escoger. Mas nunca se parece esto al concepto calvinista. Cuando vemos el antiguo testamento, no vemos en el texto la intención de Dios en que creamos o veamos que las cosas ya estaban predispuestas a ocurrir. Cuando aparece la palabra destino y fortuna en Reina Valera es en Isaías 65:11,"Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino;" Son dos deidades que están siendo adoradas. Gad para fortuna es (Strong’s 1408) y Meni para destino (Strong’s 4507). Tanto el comentario de Keil & Delitzsch como el de Barnes’ Notes (que son los que tengo) sostienen que son deidades paganas adoradas por varias religiones en la época. En todo el viejo testamento vemos a Dios advirtiendo que no lo comparen con los dioses de las naciones. Si los dioses de las naciones se caracterizan por controlar el destino de los hombres (como se describe en La Ilíada), no me parece ver en el texto del viejo testamento que Dios quiera enseñar a su pueblo que Él es igual de controlador como los otros dioses.  Vemos a Dios mostrando su propósito y llamando a a los hombres a obedecerlo y seguirlo.  El que obedece y sigue prospera aquí y en la otra vida y el que no, no prospera. Las palabras que se traducen destinar en el viejo testamento son Strongs’s 3198 que se utiliza en Gen. 24:14 y 44 cuando aparece Rebeca como la mujer escogida por Dios para Isaac y en respuesta a la oración de Eliezer. No hay nada en el texto ni en todo Génesis que indique que Dios le iba a escoger mujer nadie.  Sí veremos en la ley que Dios ordena que mantengan el linaje casándose con israelitas y no extranjeras y aun así no se vislumbra que Dios tenga mujeres predestinadas para nadie. La otra es 6261 en Lev. 16:21 y se refiere al hombre escogido para llevar el macho cabrío al desierto. La otra es 5414 en Josué 9:27., para destinar a los gabaonitas como leñadores y en Jer. 8:14 “nos ha destinado a perecer"  y Ezequiel 31:14 “todos están destinados a muerte” En Ezequiel 31 se refiere a la soberbia de Faraón. Fue una sentencia y es refiriéndose al castigo por el pecado y por la soberbia de Faraón. Luego viene 4487 en Isaías 65:12 que sigue a destino y fortuna en 65:11. “os destinaré a la espada”. Aquí la palabra es mana que es pesar y Dios les está haciendo un juego de palabras y conceptos.  La palabra destino en el 11 es meni y esta es mana. “Como ustedes están confiando en el meni, yo los voy a maná a la espada” la raíz de esta palabra es pesar, contar, numerar. En Ezequiel 35:6 “te destinaré”, es 6213 y tiene que ver con hacer. El que los traductores escogieran destinar para estas palabras no significan que tuvieran en mente sugerir que estos acontecimientos estaban decididos desde el pasado.  La escogieron pues en nuestro idioma destinar no tiene que tener el significado filosófico de un destino predeterminado, sino que para describir un resultado seguro o ineludible usamos destinar.  En King James la palabra en Gén. 24:14 y 44 se traduce “thou hath appointed” y “the Lord hath appointed”. la de Levítico 16:21 “un hombre destinado” se traduce “a fit MAN”. La de Isaías 65:12 “destinaré a la espada” se traduce en KJV “I number you”.  La de Josué 9:27 “ los destinó”,  la de Jer. 8:14 ”nos ha destinado” y la de Ezequiel 31:14  “estarán destinados” ; se traducen “made them”, “put us to silence” y “are all delivered unto death” respectivamente. Por último, la de Ez. 35:6 “a sangre te destinaré” se tradujo como “I will prepare thee unto blood”. También cabe señalar que cuando se tradujo al latín, se usó destinare para lo mismo. La consecuencia es que cualquiera que quiera introducir en el texto la idea de un destino irreversible e inmutable para el evento descrito, lo puede hacer y promover sin percatarse que no es así ni en la gramática ni en la mente del escritor del texto. Luego en el Nuevo Testamento haré el mismo ejercicio sobre que uso tenía el término en griego y como se tradujo en Reina Valera.