En la sección
anterior expliqué como es importante tener cuidado cuando para interpretar los
hechos, tenemos que ser cuidadosos cómo construimos las definiciones. Si al
construir las definiciones damos como hecho conceptos posibles pero que no
podemos probar y mucho menos extraerlos de las Escrituras, como asumir que hay
un destino que depende de que haya un futuro que depende de que Dios lo haya
creado, concluiremos que es inevitable que lo haya predestinado. Vimos que el
destino era un concepto pagano originalmente y cuando se menciona o se traduce
en la Biblia por primera vez es una deidad. Vimos que en el VT las palabras
traducidas del verbo destinar, originalmente no significaban que en la mente
del escritor existiera la idea de un Dios predestinando sino actuando en el
presente en respuesta a una acción de los hombres. Pretender imponer en Dios en
esos pasajes una intención predeterminada en la eternidad (decreto), es una elección
prejuiciada de parte del traductor. Sí podemos aceptar que en RV se haya
escogido destinar como traducción pues en castellano cuando se usa destinar es
para esperar un resultado específico y no para sugerir un resultado inevitable
e irreversible. Ej. “Vuelo 151 con destino a NY” no significa que va a ocurrir
inevitablemente. Se puede estrellar, se puede adelantar o retrasar, se puede
cancelar y otras eventualidades. Pero destino no garantiza que tú vas a llegar
a NY en ese vuelo. Así yo puedo entender que RV escogió utilizar destinar para
traducir esos verbos en el AT. Pero vimos que los traductores de KJ, no
escogieron ninguna de las palabras en inglés para destino al traducir esos
pasajes mencionados. Claro Casiodoro de Reina era calvinista y de los que yo
llamo proselitistas, militantes y rabiosos, Por lo tanto, no me extraña que
haya escogido destinar para traducir esas palabras en el VT y para traducir
oridzo y otras palabras en el NT cuando había varias palabras en castellano
para usarse que no sugerían la idea del destino o destinar en la acción de
Dios.
Por otro lado,
cambiar las definiciones para acomodar las conclusiones incorrectas que se obtienen
por aceptar conceptos posibles pero no probables, como llamar libertad para
pecar al ejercicio del pecado cuando esa es la única opción. Si libertad es
escoger entre dos o más opciones y solo hay una opción, es absurdo llamarlo
libertad. Es esclavitud del pecado. Si llamamos responsable a quien inicia o es
la causa de una acción, no podemos llamarle responsable al recipiente pasivo de
esa acción. Los que necesitan la predestinación nos dicen que Dios adjudica la salvación
a los que escogió. Por lo tanto, es responsable de lo que les pasa a los
escogidos. Pero para que no quede como
responsable de los que se pierden, nos dicen que no veamos como que Dios, al no
adjudicarle o negarle la salvación a los que no escogió para salvarlos, que sea
el responsable de la perdición de los que se pierden. Eso es cambiar la definición
de responsabilidad. ¿cómo te convencen de que Dios no es responsable? Te
redefinen la esclavitud del pecado como que el hombre “tiene la libertad para
pecar” y te inducen a creer que responsable es solo el que ejecuta una acción y
no es responsable el que se abstiene de actuar, aunque el resultado es causa de
esa omisión. Así Dios es responsable de salvar a los que elige pues es libre y
soberano para hacerlo y el hombre es responsable de perderse porque es “libre
para pecar”, entiéndase es libre y responsable para perderse.
Te
definen soberanía como que Dios está compulsiva y maniáticamente ejerciendo su
control en el universo en cada momento y en cada lugar. Claro te lo ponen más elegante
como que nada puede ocurrir fuera del control de Dios y para no verlo soplando
cada hoja que se mueve en cada árbol, él decretó el movimiento de cada hoja y
en qué momento. Claro no se dan cuenta que al definir así la soberanía rayan en
el deísmo que sostiene que Dios creó, pero no interviene. (lo contrario es el panteísmo).
Te
definen gracia como irresistible e impuesta pues si el hombre es capaz de
recibirla no es gracia. Hay que definirla así pues ya se definió que un hombre
“libre para pecar” no puede ser libre para recibir la gracia, o querer
salvarse, o creer.
Te
definen el preconocimiento como la capacidad de Dios para conocer lo que ya decretó
o predestinó. O sea, Dios depende de crear y predestinar para poder preconocer.
Todo porque se da, por sentado el futuro y el destino. No se dan cuenta que si
Dios solo puede conocer un único evento que el decretó o creó para que
ocurriera, es un Dios tan limitado en sus capacidades como cualquier otro dios.
Todo porque se da por hecho que ya Dios creó (decretó) todos los eventos para
que ocurrieran. Atribuyen que los atributos de Dios dependen en algo de la creación.
Dios es soberano antes de la creación. Dios es amor antes de la creación, La
gracia de Dios era antes de la creación. Dios conocía todo antes de crear.
Como
veremos, los textos que nos describen a Dios manifestando uno de sus atributos,
describen a Dios interviniendo en su creación de acuerdo a su carácter y propósito
y no de acuerdo a su decreto o al destino. Vamos a cuestionar a Agustín.
¿QUIÉN
FUÉ AGUSTÍN?
Citando
de la Historia del Cristianismo de Justo
Gonzalez. “Agustín fue el último
sobreviviente de la “era de los gigantes”. Cuando murió los vándalos se
encontraban a las puertas de la ciudad de Hipona, anunciando una nueva edad.
Por tanto, la obra de Agustín fue como el canto de cisne de una edad que moría.
Y a pesar de ello, su obra no quedó olvidada en los escombros de una civilización
que se derrumbaba. Agustín fue el maestro por excelencia de la nueva era.
Durante toda la edad media. Ningún teólogo fue más citado que él, y por tanto a
la postre se convirtió en uno de los grandes doctores de la Iglesia Católica
Romana. Y, sin embargo, Agustín fue también el autor favorito de los grandes
reformadores del siglo XVI. Luego, de entre todos aquellos gigantes, ninguno
tan notable como este último que llevó a cabo su obra en una pequeña ciudad del
norte de África, pero cuyo impacto se hizo sentir en los siglos por venir en
todo el cristianismo occidental - tanto católico como protestante.”
Agustín
es como Freud, escribió tanto e influyó tanto que no hay forma de borrar su influencia,
aunque no estemos de acuerdo con él. Pero estudiemos su historia y los
conflictos que enfrentó para poder entender cómo y por qué construyó sus
argumentos. Fue un teólogo y los teólogos se equivocan independientemente de
los logros en su momento y su aportación positiva en el cristianismo.
Agustín
fue primero maniqueo. El maniqueísmo consistía en una doctrina que explicaba el
universo en términos de bien y mal, luz y tinieblas. Separando estos dos
principios y buscando la luz se obtiene la salvación, (estoy simplificando). El
atractivo de esta creencia era que sonaba muy racional y contrario al
cristianismo, era elegante. Ellos ridiculizaban el cristianismo diciendo que
sus escrituras eran burdas y vulgares. Esto le atrajo a Agustín al principio.
Pero luego se fue dando cuenta que no todas sus preguntas eran contestadas y permaneció
como “oyente”. Cuando sus dudas no fueron satisfechas se hizo neoplatónico. El neoplatonismo
proponía que existe el Uno inefable y que de él emana todo lo demás. El éxtasis es acercarse a ese uno y el mal es
alejarse de ese Uno. En esto Agustín encontró
una mejor respuesta al origen del mal y a concebir a Dios de una forma más
racional que como se la presentaban los maniqueístas. Esto me hace a mí ver
como ese concepto de el Uno pudo haber influido en Agustín para luego aceptar un
Dios de destino que todo lo controla.
Agustín
luego escucha a Ambrosio de Milán y la predicación y la exposición de las
Escrituras por este lo convencen de la veracidad de las mismas y se convierte
al cristianismo. Pero y cito a Justo González en su Historia del Cristianismo
tomo I, “debido al ejemplo monástico y a su formación neoplatónica, Agustín
estaba convencido que de hacerse cristiano debería de renunciar a su carrera como
maestro de retórica y a todas sus ambiciones y a todo goce de los placeres
temporeros.” O sea que la influencia neoplatónica
está presente. En esta etapa Agustín va a tener una lucha constante y
atormentadora con su naturaleza pecaminosa.
Dentro de
ese proceso de crecer en su vida cristiana renuncia a su concubina y vive con
su madre Mònica y su hijo Adeodato. Muere su madre y se va a Tagaste con su
hijo. Se dedica a una vida austera, no monástica, pero si en disciplina estudio
y servicio. Escribe sus primeras obras y cito de Justo: “En algunas de ellas se
veía todavía el sello neoplatónico”.
Luego
pasa a Hipona y allí termina siendo pastor y obispo. Allí comienza a escribir
las obras que lo consagrarían como uno de los grandes teólogos de la historia. Comienza
a escribir contra los maniqueos y en esta etapa defiende el libre albedrío. Los
maniqueos sostenían que todo estaba predeterminado y que el ser humano no tenía
libertad alguna. Lo defendió al punto de que las circunstancias no determinaban
el ejercicio de esa libertad. La
libertad en su propia esencia es suficiente para operar. Agustín atribuyó a esta
libertad el origen del mal. Dios no es el autor del mal sino las criaturas al
ejercer incorrectamente su libertad. Cito de Historia del Cristianismo; “Esto a
su vez quiere decir que el mal no es “algo”, no es una “cosa” como pretendían
los maniqueos al hablar de las tinieblas. El mal es una decisión, una dirección,
una falta o negación del bien”.
Pero
luego viene Pelagio con su doctrina de que el hombre es capaz de vivir la vida
cristiana libre del pecado y Agustín reacciona yéndose a negar el libre albedrío. Pelagio decía que el hombre tiene todo lo
necesario para sobreponerse al pecado y Agustín recordando sus luchas con su
carne concluyó que el hombre es esclavo de su pecado y solo puede desear el
pecado. Aquí es que Agustín
comienza a usar el cambio de definiciones que he descrito anteriormente para
explicar la incapacidad del hombre en salvarse así mismo. Citando a Justo,
“Esto no quiere decir sin embargo que toda libertad haya desaparecido. El
pecador sigue siendo libre para escoger entre varias alternativas. Pero la
alternativa que no puede escoger por sí mismo es la de dejar pecar. Antes de la
caída teníamos libertad de pecar y de no pecar. Pero después de la caída solo
nos queda la libertad de pecar.”
Aquí es
que se comete el error de usar malas definiciones. Libertad significa escoger
entre dos opciones o más. Si el hombre perdió la libertad de no pecar, no le quedó
libertad para pecar. Si no hay dos opciones ya no se puede hablar de libertad.
Solo se puede hablar de esclavitud, obligación o coerción. Si solo queda una
alternativa ya no hay libertad. El hombre después de la caída quedó esclavo del
pecado y eso es un hecho sostenido claramente en la Escritura. Pablo dice en
Rom. 7:14 “más yo SOY carnal vendido al pecado”.
De ahí Agustín
llega a la conclusión de que el hombre es incapaz de recibir la gracia. Como el
hombre solo puede pecar, no puede querer recibir la gracia. No puede querer la
gracia, No puede creer en la gracia. Por lo tanto, Dios tiene que imponérsela y por eso hay que añadirle el apellido de “irresistible” a la gracia. El argumento es que por cuanto el
hombre solo puede pecar no puede hacer nada bueno y mucho menos querer buscar o
desear a Dios. Esto los reformadores lo van a ampliar con su doctrina de la depravación
total. El problema de este análisis es
que se concebía que, con que el hombre pudiera hacer algo para volver a Dios,
Dios lo salvaría. Eso es incorrecto pues, aunque el hombre pudiera hacer obras
del agrado de Dios su condición de pecador no se altera delante de Dios y por
otro lado la naturaleza de Dios demanda expiación por el pecado. Eso es
revelado en la Escritura. Por lo tanto pasando estos hechos por alto Agustín y
todos los que necesitan la predestinación, asumen que Dios tiene que imponerle
su gracia al hombre. Con su concepto de libre para pecar concluyeron que era
incapaz de creer, aceptar, o tan siquiera querer la gracia de Dios para su
vida. Y por tanto tiene que
obligarlo pues “no puede salvarlo contra su voluntad” Cito de Historia del
pensamiento Cristiano tomo I: “La
gracia es irresistible. No se puede concebir que la voluntad se oponga a
recibir la gracia que le ha sido dada, porque la gracia actúa en la voluntad,
llevándola a querer el bien. Esto no quiere decir en modo alguno que Agustín
haya olvidado o abandonado su defensa del libre albedrío. La gracia no se opone
a la voluntad. No se trata de que la gracia obligue al humano a tomar una
decisión aun en contra de su propia voluntad. Se trata más bien de que Dios,
mediante su gracia, mueve a la voluntad, la fortalece y la estimula, para que
ella misma, sin coerción alguna, opte por el bien. El pecador no se salva a sí
mismo; pero tampoco es salvado contra su voluntad. «Ni la gracia de Dios sola, ni
él solo, sino la gracia de Dios con él») La gracia mueve a la voluntad, pero
solo mediante una «suave violencia» que actúa de tal modo que la propia
voluntad concuerda con ella.”
Cuando vemos esta cita lo primero
que llama la atención es la frase “no se puede concebir que la voluntad se
pueda oponer a recibir la gracia que le ha sido dada” ¿Por qué? ¿Quién decidió
que el hombre es incapaz de recibirla? El que el hombre no mereciera que Dios
lo salvara no implica que no reconozca la intención de Dios en salvarlo. Aunque
vimos que por su amor Dios quiso salvarlo por su justicia no tenía que
salvarlo. ¿Quién definió que la esclavitud del pecado es incapacidad de recibirla y
quién definió recibir como un acto creado por el hombre cuando recibir es un
acto de fe? Dios nunca le exigió al
hombre que reparara el pecado, la separación. No podía. Dios proveyó el plan y creó la salvación y al ofrecerla, por eso se llama gracia. Pero lo que la
Biblia nos enseña es que Dios diseñó que fuera recibida por la fe y eso sí el
hombre lo podía hacer. Concebir que esclavitud del pecado es incapacidad de
creer y por lo tanto la inhabilidad de recibir no surge del trato de Dios con
el hombre expresado en la Biblia. En Hebreos 11:4 dice “por la fe Abel ofreció
a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que
era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas y muerto aún habla por ella.”
¿What? Abel tenía fe y era esclavo del pecado y por esa fe Dios aceptó su acto
de ofrendar y todavía esa fe habla de él.
Por lo tanto, no me parece que esclavitud del pecado es incapacidad de
creer. Luego cuatro veces dice la Biblia que “el justo vivirá por la fe”. Si
Abel pudo creer y Abraham pudo creer, decir que el hombre es incapaz de actuar
en fe porque es esclavo del pecado es asumirlo después que construyes
incorrectamente la definición de que ser esclavo del pecado es ser incapaz de
creer. Los que necesitan la predestinación
van a utilizar Ef. 2:8 para decir que la fe es el don de Dios. Lo que es el don
es la salvación que el hombre no podía producirla de ninguna manera. La fe es
producida por el hombre y por eso Dios en todo momento llama al hombre a
creerle pues el hombre se rehúsa a creerle a Dios. Nos definen arbitrariamente
que la fe en otros dioses o la fe que tienen los demonios como se cita en
Santiago no es la fe que Dios demanda para El. En todo el VT se ve a Dios
honrando la fe en el que sea y no hay nada en el texto que ponga a Dios
produciendo la fe en el hombre.
Volviendo a la cita de Justo González,
“no se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia” es una contradicción.
¿no me están diciendo que el hombre es incapaz de recibirla y ahora dicen que
no se puede oponer a recibirla para justificar el hacerla irresistible? Pero
como el argumento es débil dice y cito “No se trata de que la gracia obligue al
humano a tomar una decisión aun en contra de su propia voluntad. ¿No? ¿y de qué
se trata? De que la voluntad la puede rechazar pero como ya dijeron que es incapaz
de recibirla, para que no se vea como que se la están imponiendo al
llamarla irresistible pues vamos a redefinir que no está imponiéndose, sino que
está persuadiendo al hombre incapaz de aceptarla a aceptarla y todo para que
creas que “no se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia”.
La gracia mueve a la voluntad, pero solo mediante una «suave violencia» que
actúa de tal modo que la propia voluntad concuerda con ella.” ¿En qué
quedamos? ¿Hace falta la voluntad del
hombre o no? Si la gracia tiene que ser irresistible porque el hombre es
incapaz de recibirla, ¿para qué la gracia tiene que hacer que la voluntad
concuerde con ella? “La salvación, desde el principio hasta el fin, es obra de
la gracia; sin que esto implique en modo alguno que se destruya o se viole
la voluntad humana, que es movida por la gracia para desear el bien.” La salvación es obra de la gracia; cierto.
Pero ¿por qué el cuidado de decir que “implique en modo alguno que se destruya
o se viole la voluntad humana” cuando va a ser movida a desear un bien que no
le interesa? ¿para qué la gracia tiene que mover a los hombres a desear el bien?
Los hombres tienen un concepto del bien y lo persiguen. Pero en la Biblia el interés
de Dios no es que los hombres busquen el bien. Eso es un requisito para los
justos. Lo que Dios busca es que se le crea “sin fe es imposible agradar a Dios” Heb. 11:6;
que se le busque, “para que busquen a Dios” Hechos 17;27. que se le adore, “el
Padre tales adoradores busca que le adoren” Jn. 4:23 y que le reconozcan pues
tiene la capacidad de reconocerlo. “detienen con injusticia la verdad” Rom.
1:18, “de modo que no tienen excusa” 1: 20, “habiendo conocido a Dios”, 1:21,
“y cambiaron la gloria del Dios incorruptible”, 1:23, “cambiaron la verdad de
Dios”, 1:25, “no aprobaron tener en cuenta a Dios” 1:28, “habiendo entendido el
juicio de Dios” 1:32.
Así que el hombre en su esclavitud
del pecado no es incapaz de creerle o adorar o buscar o reconocer a Dios y sus
verdades. Todos estos textos se refieren a inconversos no a creyentes. En
ninguno aparece la gracia como agente provocador para iniciar esas expectativas
de Dios en el Hombre. En la Prox. Sección vamos a continuar cuestionado a Agustín.
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