domingo, 17 de febrero de 2019

Predestinado para cuestionarme la predestinación - Definiciones Parte 4: ¿Cómo Agustín construyó sus definiciones?


En la sección anterior expliqué como es importante tener cuidado cuando para interpretar los hechos, tenemos que ser cuidadosos cómo construimos las definiciones. Si al construir las definiciones damos como hecho conceptos posibles pero que no podemos probar y mucho menos extraerlos de las Escrituras, como asumir que hay un destino que depende de que haya un futuro que depende de que Dios lo haya creado, concluiremos que es inevitable que lo haya predestinado. Vimos que el destino era un concepto pagano originalmente y cuando se menciona o se traduce en la Biblia por primera vez es una deidad. Vimos que en el VT las palabras traducidas del verbo destinar, originalmente no significaban que en la mente del escritor existiera la idea de un Dios predestinando sino actuando en el presente en respuesta a una acción de los hombres. Pretender imponer en Dios en esos pasajes una intención predeterminada en la eternidad (decreto), es una elección prejuiciada de parte del traductor. Sí podemos aceptar que en RV se haya escogido destinar como traducción pues en castellano cuando se usa destinar es para esperar un resultado específico y no para sugerir un resultado inevitable e irreversible. Ej. “Vuelo 151 con destino a NY” no significa que va a ocurrir inevitablemente. Se puede estrellar, se puede adelantar o retrasar, se puede cancelar y otras eventualidades. Pero destino no garantiza que tú vas a llegar a NY en ese vuelo. Así yo puedo entender que RV escogió utilizar destinar para traducir esos verbos en el AT. Pero vimos que los traductores de KJ, no escogieron ninguna de las palabras en inglés para destino al traducir esos pasajes mencionados. Claro Casiodoro de Reina era calvinista y de los que yo llamo proselitistas, militantes y rabiosos, Por lo tanto, no me extraña que haya escogido destinar para traducir esas palabras en el VT y para traducir oridzo y otras palabras en el NT cuando había varias palabras en castellano para usarse que no sugerían la idea del destino o destinar en la acción de Dios.

Por otro lado, cambiar las definiciones para acomodar las conclusiones incorrectas que se obtienen por aceptar conceptos posibles pero no probables, como llamar libertad para pecar al ejercicio del pecado cuando esa es la única opción. Si libertad es escoger entre dos o más opciones y solo hay una opción, es absurdo llamarlo libertad. Es esclavitud del pecado. Si llamamos responsable a quien inicia o es la causa de una acción, no podemos llamarle responsable al recipiente pasivo de esa acción. Los que necesitan la predestinación nos dicen que Dios adjudica la salvación a los que escogió. Por lo tanto, es responsable de lo que les pasa a los escogidos.  Pero para que no quede como responsable de los que se pierden, nos dicen que no veamos como que Dios, al no adjudicarle o negarle la salvación a los que no escogió para salvarlos, que sea el responsable de la perdición de los que se pierden. Eso es cambiar la definición de responsabilidad. ¿cómo te convencen de que Dios no es responsable? Te redefinen la esclavitud del pecado como que el hombre “tiene la libertad para pecar” y te inducen a creer que responsable es solo el que ejecuta una acción y no es responsable el que se abstiene de actuar, aunque el resultado es causa de esa omisión. Así Dios es responsable de salvar a los que elige pues es libre y soberano para hacerlo y el hombre es responsable de perderse porque es “libre para pecar”, entiéndase es libre y responsable para perderse.

Te definen soberanía como que Dios está compulsiva y maniáticamente ejerciendo su control en el universo en cada momento y en cada lugar. Claro te lo ponen más elegante como que nada puede ocurrir fuera del control de Dios y para no verlo soplando cada hoja que se mueve en cada árbol, él decretó el movimiento de cada hoja y en qué momento. Claro no se dan cuenta que al definir así la soberanía rayan en el deísmo que sostiene que Dios creó, pero no interviene. (lo contrario es el panteísmo).

Te definen gracia como irresistible e impuesta pues si el hombre es capaz de recibirla no es gracia. Hay que definirla así pues ya se definió que un hombre “libre para pecar” no puede ser libre para recibir la gracia, o querer salvarse, o creer.

Te definen el preconocimiento como la capacidad de Dios para conocer lo que ya decretó o predestinó. O sea, Dios depende de crear y predestinar para poder preconocer. Todo porque se da, por sentado el futuro y el destino. No se dan cuenta que si Dios solo puede conocer un único evento que el decretó o creó para que ocurriera, es un Dios tan limitado en sus capacidades como cualquier otro dios. Todo porque se da por hecho que ya Dios creó (decretó) todos los eventos para que ocurrieran. Atribuyen que los atributos de Dios dependen en algo de la creación. Dios es soberano antes de la creación. Dios es amor antes de la creación, La gracia de Dios era antes de la creación. Dios conocía todo antes de crear.

Como veremos, los textos que nos describen a Dios manifestando uno de sus atributos, describen a Dios interviniendo en su creación de acuerdo a su carácter y propósito y no de acuerdo a su decreto o al destino. Vamos a cuestionar a Agustín.

¿QUIÉN FUÉ AGUSTÍN?

Citando de la Historia del Cristianismo  de Justo Gonzalez. “Agustín fue el último sobreviviente de la “era de los gigantes”. Cuando murió los vándalos se encontraban a las puertas de la ciudad de Hipona, anunciando una nueva edad. Por tanto, la obra de Agustín fue como el canto de cisne de una edad que moría. Y a pesar de ello, su obra no quedó olvidada en los escombros de una civilización que se derrumbaba. Agustín fue el maestro por excelencia de la nueva era. Durante toda la edad media. Ningún teólogo fue más citado que él, y por tanto a la postre se convirtió en uno de los grandes doctores de la Iglesia Católica Romana. Y, sin embargo, Agustín fue también el autor favorito de los grandes reformadores del siglo XVI. Luego, de entre todos aquellos gigantes, ninguno tan notable como este último que llevó a cabo su obra en una pequeña ciudad del norte de África, pero cuyo impacto se hizo sentir en los siglos por venir en todo el cristianismo occidental - tanto católico como protestante.”

Agustín es como Freud, escribió tanto e influyó tanto que no hay forma de borrar su influencia, aunque no estemos de acuerdo con él. Pero estudiemos su historia y los conflictos que enfrentó para poder entender cómo y por qué construyó sus argumentos. Fue un teólogo y los teólogos se equivocan independientemente de los logros en su momento y su aportación positiva en el cristianismo.

Agustín fue primero maniqueo. El maniqueísmo consistía en una doctrina que explicaba el universo en términos de bien y mal, luz y tinieblas. Separando estos dos principios y buscando la luz se obtiene la salvación, (estoy simplificando). El atractivo de esta creencia era que sonaba muy racional y contrario al cristianismo, era elegante. Ellos ridiculizaban el cristianismo diciendo que sus escrituras eran burdas y vulgares. Esto le atrajo a Agustín al principio. Pero luego se fue dando cuenta que no todas sus preguntas eran contestadas y permaneció como “oyente”. Cuando sus dudas no fueron satisfechas se hizo neoplatónico. El neoplatonismo proponía que existe el Uno inefable y que de él emana todo lo demás.  El éxtasis es acercarse a ese uno y el mal es alejarse de ese Uno.  En esto Agustín encontró una mejor respuesta al origen del mal y a concebir a Dios de una forma más racional que como se la presentaban los maniqueístas. Esto me hace a mí ver como ese concepto de el Uno  pudo haber influido en Agustín para luego aceptar un Dios de destino que todo lo controla.

Agustín luego escucha a Ambrosio de Milán y la predicación y la exposición de las Escrituras por este lo convencen de la veracidad de las mismas y se convierte al cristianismo. Pero y cito a Justo González en su Historia del Cristianismo tomo I, “debido al ejemplo monástico y a su formación neoplatónica, Agustín estaba convencido que de hacerse cristiano debería de renunciar a su carrera como maestro de retórica y a todas sus ambiciones y a todo goce de los placeres temporeros.”  O sea que la influencia neoplatónica está presente. En esta etapa Agustín va a tener una lucha constante y atormentadora con su naturaleza pecaminosa.

Dentro de ese proceso de crecer en su vida cristiana renuncia a su concubina y vive con su madre Mònica y su hijo Adeodato. Muere su madre y se va a Tagaste con su hijo. Se dedica a una vida austera, no monástica, pero si en disciplina estudio y servicio. Escribe sus primeras obras y cito de Justo: “En algunas de ellas se veía todavía el sello neoplatónico”.

Luego pasa a Hipona y allí termina siendo pastor y obispo. Allí comienza a escribir las obras que lo consagrarían como uno de los grandes teólogos de la historia. Comienza a escribir contra los maniqueos y en esta etapa defiende el libre albedrío. Los maniqueos sostenían que todo estaba predeterminado y que el ser humano no tenía libertad alguna. Lo defendió al punto de que las circunstancias no determinaban el ejercicio de esa libertad.  La libertad en su propia esencia es suficiente para operar. Agustín atribuyó a esta libertad el origen del mal. Dios no es el autor del mal sino las criaturas al ejercer incorrectamente su libertad. Cito de Historia del Cristianismo; “Esto a su vez quiere decir que el mal no es “algo”, no es una “cosa” como pretendían los maniqueos al hablar de las tinieblas. El mal es una decisión, una dirección, una falta o negación del bien”.

Pero luego viene Pelagio con su doctrina de que el hombre es capaz de vivir la vida cristiana libre del pecado y Agustín reacciona yéndose a negar el libre albedrío.  Pelagio decía que el hombre tiene todo lo necesario para sobreponerse al pecado y Agustín recordando sus luchas con su carne concluyó que el hombre es esclavo de su pecado y solo puede desear el pecado. Aquí es que Agustín comienza a usar el cambio de definiciones que he descrito anteriormente para explicar la incapacidad del hombre en salvarse así mismo. Citando a Justo, “Esto no quiere decir sin embargo que toda libertad haya desaparecido. El pecador sigue siendo libre para escoger entre varias alternativas. Pero la alternativa que no puede escoger por sí mismo es la de dejar pecar. Antes de la caída teníamos libertad de pecar y de no pecar. Pero después de la caída solo nos queda la libertad de pecar.”

Aquí es que se comete el error de usar malas definiciones. Libertad significa escoger entre dos opciones o más. Si el hombre perdió la libertad de no pecar, no le quedó libertad para pecar. Si no hay dos opciones ya no se puede hablar de libertad. Solo se puede hablar de esclavitud, obligación o coerción. Si solo queda una alternativa ya no hay libertad. El hombre después de la caída quedó esclavo del pecado y eso es un hecho sostenido claramente en la Escritura. Pablo dice en Rom. 7:14 “más yo SOY carnal vendido al pecado”.

De ahí Agustín llega a la conclusión de que el hombre es incapaz de recibir la gracia. Como el hombre solo puede pecar, no puede querer recibir la gracia. No puede querer la gracia, No puede creer en la gracia. Por lo tanto, Dios tiene que imponérsela y por eso hay que añadirle el apellido de “irresistible” a la gracia. El argumento es que por cuanto el hombre solo puede pecar no puede hacer nada bueno y mucho menos querer buscar o desear a Dios. Esto los reformadores lo van a ampliar con su doctrina de la depravación total.  El problema de este análisis es que se concebía que, con que el hombre pudiera hacer algo para volver a Dios, Dios lo salvaría.  Eso es incorrecto pues, aunque el hombre pudiera hacer obras del agrado de Dios su condición de pecador no se altera delante de Dios y por otro lado la naturaleza de Dios demanda expiación por el pecado. Eso es revelado en la Escritura. Por lo tanto pasando estos hechos por alto Agustín y todos los que necesitan la predestinación, asumen que Dios tiene que imponerle su gracia al hombre. Con su concepto de libre para pecar concluyeron que era incapaz de creer, aceptar, o tan siquiera querer la gracia de Dios para su vida. Y por tanto tiene que obligarlo pues “no puede salvarlo contra su voluntad” Cito de Historia del pensamiento Cristiano tomo I: La gracia es irresistible. No se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia que le ha sido dada, porque la gracia actúa en la voluntad, llevándola a querer el bien. Esto no quiere decir en modo alguno que Agustín haya olvidado o abandonado su defensa del libre albedrío. La gracia no se opone a la voluntad. No se trata de que la gracia obligue al humano a tomar una decisión aun en contra de su propia voluntad. Se trata más bien de que Dios, mediante su gracia, mueve a la voluntad, la fortalece y la estimula, para que ella misma, sin coerción alguna, opte por el bien. El pecador no se salva a sí mismo; pero tampoco es salvado contra su voluntad. «Ni la gracia de Dios sola, ni él solo, sino la gracia de Dios con él») La gracia mueve a la voluntad, pero solo mediante una «suave violencia» que actúa de tal modo que la propia voluntad concuerda con ella.”

Cuando vemos esta cita lo primero que llama la atención es la frase “no se puede concebir que la voluntad se pueda oponer a recibir la gracia que le ha sido dada” ¿Por qué? ¿Quién decidió que el hombre es incapaz de recibirla? El que el hombre no mereciera que Dios lo salvara no implica que no reconozca la intención de Dios en salvarlo. Aunque vimos que por su amor Dios quiso salvarlo por su justicia no tenía que salvarlo. ¿Quién definió que la esclavitud del pecado es incapacidad de recibirla y quién definió recibir como un acto creado por el hombre cuando recibir es un acto de fe?  Dios nunca le exigió al hombre que reparara el pecado, la separación. No podía. Dios proveyó el plan y creó la salvación y al ofrecerla, por eso se llama gracia. Pero lo que la Biblia nos enseña es que Dios diseñó que fuera recibida por la fe y eso sí el hombre lo podía hacer. Concebir que esclavitud del pecado es incapacidad de creer y por lo tanto la inhabilidad de recibir no surge del trato de Dios con el hombre expresado en la Biblia. En Hebreos 11:4 dice “por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas y muerto aún habla por ella.” ¿What? Abel tenía fe y era esclavo del pecado y por esa fe Dios aceptó su acto de ofrendar y todavía esa fe habla de él.  Por lo tanto, no me parece que esclavitud del pecado es incapacidad de creer. Luego cuatro veces dice la Biblia que “el justo vivirá por la fe”. Si Abel pudo creer y Abraham pudo creer, decir que el hombre es incapaz de actuar en fe porque es esclavo del pecado es asumirlo después que construyes incorrectamente la definición de que ser esclavo del pecado es ser incapaz de creer.  Los que necesitan la predestinación van a utilizar Ef. 2:8 para decir que la fe es el don de Dios. Lo que es el don es la salvación que el hombre no podía producirla de ninguna manera. La fe es producida por el hombre y por eso Dios en todo momento llama al hombre a creerle pues el hombre se rehúsa a creerle a Dios. Nos definen arbitrariamente que la fe en otros dioses o la fe que tienen los demonios como se cita en Santiago no es la fe que Dios demanda para El. En todo el VT se ve a Dios honrando la fe en el que sea y no hay nada en el texto que ponga a Dios produciendo la fe en el hombre.

Volviendo a la cita de Justo González, “no se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia” es una contradicción. ¿no me están diciendo que el hombre es incapaz de recibirla y ahora dicen que no se puede oponer a recibirla para justificar el hacerla irresistible? Pero como el argumento es débil dice y cito “No se trata de que la gracia obligue al humano a tomar una decisión aun en contra de su propia voluntad. ¿No? ¿y de qué se trata? De que la voluntad la puede rechazar pero como ya dijeron que es incapaz de recibirla,  para que no se vea como que se la están imponiendo al llamarla irresistible pues vamos a redefinir que no está imponiéndose, sino que está persuadiendo al hombre incapaz de aceptarla a aceptarla y todo para que creas que “no se puede concebir que la voluntad se oponga a recibir la gracia”. La gracia mueve a la voluntad, pero solo mediante una «suave violencia» que actúa de tal modo que la propia voluntad concuerda con ella.” ¿En qué quedamos?  ¿Hace falta la voluntad del hombre o no? Si la gracia tiene que ser irresistible porque el hombre es incapaz de recibirla, ¿para qué la gracia tiene que hacer que la voluntad concuerde con ella? “La salvación, desde el principio hasta el fin, es obra de la gracia;  sin que esto implique en modo alguno que se destruya o se viole la voluntad humana, que es movida por la gracia para desear el bien.”  La salvación es obra de la gracia; cierto. Pero ¿por qué el cuidado de decir que “implique en modo alguno que se destruya o se viole la voluntad humana” cuando va a ser movida a desear un bien que no le interesa? ¿para qué la gracia tiene que mover a los hombres a desear el bien? Los hombres tienen un concepto del bien y lo persiguen. Pero en la Biblia el interés de Dios no es que los hombres busquen el bien. Eso es un requisito para los justos. Lo que Dios busca es que se le crea “sin fe es imposible agradar a Dios” Heb. 11:6; que se le busque, “para que busquen a Dios” Hechos 17;27. que se le adore, “el Padre tales adoradores busca que le adoren” Jn. 4:23 y que le reconozcan pues tiene la capacidad de reconocerlo. “detienen con injusticia la verdad” Rom. 1:18, “de modo que no tienen excusa” 1: 20, “habiendo conocido a Dios”, 1:21, “y cambiaron la gloria del Dios incorruptible”, 1:23, “cambiaron la verdad de Dios”, 1:25, “no aprobaron tener en cuenta a Dios” 1:28, “habiendo entendido el juicio de Dios” 1:32.

Así que el hombre en su esclavitud del pecado no es incapaz de creerle o adorar o buscar o reconocer a Dios y sus verdades. Todos estos textos se refieren a inconversos no a creyentes. En ninguno aparece la gracia como agente provocador para iniciar esas expectativas de Dios en el Hombre. En la Prox. Sección vamos a continuar cuestionado a Agustín.

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