domingo, 17 de febrero de 2019

Predestinado para Cuestionarme la Predestinación - Definiciones parte 2: El concepto del destino en la historia

Las tres Moiras. Relieve, tumba de Alexander von der Mark,
por Johann Gottfried Schadow. Old National Gallery, Berlín


En la mitología griega, las Moiras (en griego antiguo Μοῖραι, ‘repartidoras’) eran las personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología romana eran las Parcas o Fatæ, las Laimas en la mitología báltica y las Nornas en la nórdica. Vestidas con túnicas blancas y de semblante imperturbable, su número terminó fijándose en tres.

La palabra griega moira (μοῖρα) significa indistintamente ‘destino', ‘parte', ‘lote' o ‘porción', en referencia a su función de repartir a cada mortal la parte de existencia y de obras que le corresponden en el devenir del cosmos. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, y aun después en el Hades.

En principio, las Moiras eran concebidas como divinidades indeterminadas y abstractas, quizá incluso como una sola diosa. En la Ilíada de Homero se habla generalmente de "la Moira", que hila la hebra de la vida para los hombres en su nacimiento 1​ (μοῖρα κραταιή, moera Krataia: ‘poderosa Moira’). 2​ En la Odisea hay una referencia a las Klôthes (Κλῶθές) o hilanderas.3​ En Delfos sólo se rendía culto a dos: la moira del nacimiento y la de la muerte. 4​ En Atenas, la diosa Afrodita era considerada la mayor de ellas en su aspecto de Afrodita Urania, según la Descripción de Grecia de Pausanias. 5​ Una vez su número se hubo establecido en tres, 6​ los nombres y atributos de las Moiras quedaron fijados:

  • Cloto (Κλωθώ, ‘hilandera’) hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso. Su equivalente romana era Nona, originalmente invocada en el noveno mes de gestación.
  • Láquesis (Λάχεσις, ‘la que echa a suertes’) medía con su vara la longitud del hilo de la vida. Su equivalente romana era Décima, análoga a Nona.
  • Átropos (Ἄτροπος, ‘inexorable’ o ‘inevitable’, literalmente ‘que no gira’, 7​ a veces llamada Aisa) era quien cortaba el hilo de la vida. Elegía la forma en que moría cada hombre, seccionando la hebra con sus «detestables tijeras» cuando llegaba la hora. En ocasiones se la confundía con Enio, una de las Grayas8​ Su equivalente romana era Morta (‘Muerte’), y es a quien va referida la expresión "la Parca" en singular. 

En la tradición griega se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida. Originalmente podrían haber sido diosas de los partos, si bien esta función acabaría asumida por la deidad de origen minoico Ilitía; paralelamente, la posterior adquisición de su papel como señoras del destino las vincularía y a la vez diferenciaría de otras divinidades de la muerte propiamente dicha, como Tánatos y las Keres. Por ello, y en especial por el predominante papel de Átropos, las Moiras inspiraban gran temor y reverencia, aunque podían ser adoradas como otras diosas: las novias atenienses les ofrecían mechones de pelo y las mujeres juraban por ellas.

Un texto bilingüe eteocretense 9​ tiene la traducción griega ομοσαι δαπερ ενορκίοισι (omosai d-haper enorkioisi, ‘pero puede jurar [estas] mismas cosas a las Guardianas de Juramentos’). En eteocretense esto se escribe —S|TUPRMĒRIĒIA, donde MĒRIĒIA puede aludir a las divinidades que los helenos conocían como las Moiras.

Diversas versiones de las Moiras existieron en los niveles mitológicos europeos más antiguos. Es imposible no relacionarlas con otras diosas hilanderas del destino indoeuropeas, como las Nornas en la mitología nórdica o la diosa báltica Laima y sus dos hermanas.

Zeus y las Moiras

Las tres Moiras matando a los gigantes Agrio y Toante. 
Detalle de un friso del Altar de Pérgamo (Museo de Pérgamo, Berlín).

Las Moiras también eran temidas y respetadas por los dioses. El mismo Zeus estaba sujeto a sus designios, según palabras de la sacerdotisa pitia de Delfos. Hesíodo se refería a ellas como «las Moiras, a quienes el sabio Zeus respetó con los mayores honores»,10​ aunque ninguna obra clásica precisa hasta qué punto exacto los propios inmortales estaban sometidos a sus dictámenes.

Sin embargo, en contraposición a este punto, un supuesto epíteto del rey de los dioses, Zeus Moiragetes (‘Zeus Dador de Destino’), fue plasmado en el siglo II por Pausanias a raíz de una inscripción que contemplara en Olimpia:
Cuando se llega al punto de partida de las carreras de carros, hay un altar con la inscripción "Al Dador de Destino".11
También se refirió a los relieves esculpidos en el templo de Zeus en Megara, citando que «sobre la cabeza de Zeus están las Horas y las Moiras, y todos pueden ver que es el único dios obedecido por éstas». Igualmente advirtió que había un santuario de las Moiras a las puertas de Tebas, contiguo al de Zeus; 12​ mientras que el del dios contaba con representación escultórica, el de la tríada no.

Los griegos afirmaban variadamente que las Moiras eran hijas de seres primordiales como Nix (la Noche), Caos o Ananké (la Necesidad) —H. J. Rose escribe que Nix era la madre de las Moiras13​ y de las Erinias en la tradición órfica—, pero algunos mitógrafos posteriores fueron tan diametralmente opuestos como para afirmar que las Moiras eran hijas de Zeus, bien junto con Ananké o bien junto con Temis (la Justicia) o Nix, como Hesíodo señala en un pasaje,.14

De los testimonios de Pausanias y de esta segunda vertiente genealógica se infiere la preeminencia de Zeus respecto de las Moiras y su potestad. Ello no se correspondería con lo que nos ha llegado de los cultos y tradiciones más antiguos, en los que se nos presenta a las Moiras como divinidades primigenias o ctónicas al margen del devenir y de la voluntad del resto de dioses, insertas en el ámbito de los principios prístinos e inamovibles del universo. Es probable que dicha aproximación se deba a un intento de modificar los mitos originales para que encajaran con el más tardío sistema patriarcal olímpico. 

Esta postura tampoco era aceptable para Esquilo, Heródoto o Platón, que consideraban a Zeus conocedor y administrador del destino de los hombres en tanto soberano del orden establecido, pero no decisor último del mismo. En efecto, tanto él como el resto de inmortales podían dispensar al ser humano dichas, aflicciones, recompensas y castigos; pero a menudo éstos no harían sino responder a lo ya establecido de antemano por las Moiras. En cualquier caso, lo que cada hombre podría o no conseguir a lo largo de su existencia, el límite temporal a ésta y su finalidad predeterminada eran competencia exclusiva de esta trinidad.


Las tres Moiras, o El triunfo de la Muerte. 
Tapiz flamenco, 1520 d.C. aprox., Victoria and Albert Museum, Londres

Se las representaba comúnmente como a tres mujeres hieráticas, de aspecto severo y vestidas con túnicas: Cloto, portando una rueca; Láquesis, con una vara, una pluma o un globo del mundo; y Átropos, con unas tijeras o una balanza.

En otras ocasiones se les atribuye la apariencia de tres viejas hilanderas, o de tres melancólicas damas (una doncella, una matrona y una anciana, respectivamente). Shakespeare se inspiró en este mito para crear las tres brujas que aparecen en Macbeth, cuya intervención es determinante en el destino del protagonista.

Podemos ver que en la antiguedad el destino era un deidad. En el hiduismo, budismo y otras religiones, se construyó una mezcla entre destino y libre albedrío. Las decisiones pasadas  construyen tu presente y ése es tu karma , en el hinduísmo. En el budismo la experiencia te ayuda a tomar mejores decisiones para el futuro. En el islam, aunque Alá es todopoderoso y lo sabe todo, el hombre es totalmente responsable por sus acciones.

En el judaísmo, que es el que más nos concierne, pues es relevante a la discusión de si el concepto del destino es un concepto judío, no necesariamente podemos concluir que de la Tora sacaron un conepto de destino. Veamos. La creencia del libre albedrío (hebreo: bejirá jofshith בחירה חפשית, bejirá בחירה) es axiomática en el pensamiento judío, y está conectada muy de cerca con el concepto de premio y castigo, basado en la Torá. El Versículo 30:19 del Deuteronomio dice “Yo (Dios) te he dado vida y muerte, bendición y maldición: escoge vida”. El libre albedrío es entonces discutido largamente en la filosofía judía, primariamente como el objetivo de Dios en la creación, y después resultando en una paradoja.

Los judíos en la actualidad mantienen discusiones sobre el Libre albedrío y la participación de Dios en las elecciones morales que toman las personas, y el grado de libertad de decidir que posee cada persona.

Las enseñanzas tradicionales sobre la creación, particularmente influenciado por el misticismo judío, son que “este mundo es como un pasillo para el Mundo Venidero” (Pirkei Avoth 4:16). “El hombre fue creado con el solo propósito de regocijar a Dios, y derivando el placer del esplendor de Su presencia… el lugar donde esta alegría se dará es en el Mundo Venidero, que fue creado expresamente para esto; pero el camino al objeto de nuestros deseos es este mundo…” (Moshe Jaim Luzato, Mesillat Yesharim, Cap.1).

El libre albedrío es requerido en la justicia de Dios, “de otra manera, el Hombre no obtendría ni rechazaría actos de bondad sobre los cuales él no tendría control.” 24​ Es entendido posteriormente que para que el Hombre pueda tener un libre albedrío verdadero, no debe tener solamente esto internamente, sino también un ambiente que permita una decisión entre obediencia y desobediencia. Dios, así, creó el mundo para que bien y mal puedan operar libremente;24​ esto es el significado de la máxima rabínica, “todo está en las manos del cielo menos el miedo al cielo” (Talmud, Berachot 33b). En la literatura Rabínica, hay mucha discusión entre la omnisciencia de Dios y el libre albedrío. La visión representativa es que “todo está previsto; aun así, el libre albedrío es dado” (Rabí Akiva, Pirke Avot, 3:15). Basado en el entendimiento, el problema es descrito como una paradoja, más allá de nuestro entendimiento.

“El Sagrado, Bendito sea, sabe todo lo que pasará antes de que haya pasado. ¿Sabrá Dios si una persona particular será buena o mala, o no lo sabrá?, si Él lo sabe, será imposible para esa persona no ser buena, y así demuestra que no conoce todo lo que Él ha creado...El Sagrado, Bendito sea, no tiene temperamentos y está fuera de dichos ambientes, a diferencia de la gente, cuyos seres y temperamentos son dos cosas separadas. Dios y sus temperamentos son uno, y la existencia de Dios está más allá de la comprensión del hombre… No tenemos las capacidades de comprender cómo El Sagrado, Bendito Sea, conoce todos los eventos y su creación. [Sin embargo] se sabe sin duda que la gente hace lo que quiere sin El Sagrado, Bendito Sea, forzándolos a hacer algo… Es dicho por esto que un hombre es juzgado de acuerdo a sus acciones.” (Maimonides, Mishne Torá, Teshuva 5:5)

La paradoja es explicada, pero no resuelta, al observar que Dios existe fuera del tiempo y por lo tanto, su conocimiento del futuro es exactamente el mismo conocimiento del pasado y del presente. 24​ Así como su conocimiento del pasado no interfiere con el libre albedrío del hombre, tampoco en un futuro. Una analogía es aquella del viaje en el tiempo: El viajero del tiempo, habiendo regresado del futuro, sabe previamente lo que alguien hará, pero mientras él sabe esto, este conocimiento no causa la acción del sujeto; el sujeto tuvo libre albedrío incluso cuando el viajero del tiempo tuvo un conocimiento previo. Esta distinción entre conocimiento previo y predestinación, es discutido por la crítica de Maimonides Abraham Ibn Daud; véase Hasagat HaRABaD ad loc.

Aunque lo previo representa la vista mayoritaria en el pensamiento rabínico, hay muchos grandes pensadores que resuelven la paradoja al excluir explícitamente el divino conocimiento previo. Ambos, Saadia Gaon y Judah ha-Levi mantienen que “las decisiones del hombre preceden al conocimiento de Dios.” Gersónides sostiene que Dios sabe, de antemano, las decisiones abiertas a cada individuo, pero no conoce que decisión el individuo en su libertad tomará.

Isaiah Horowitz toma el punto de vista de que Dios no puede saber cuáles elecciones morales tomarán las personas, pero que, sin embargo, no deteriora su perfección.

La existencia del libre albedrío y la paradoja descrita anteriormente está ligada cercanamente al concepto de Tzimtzum. Tzimtzum apoya la idea de que Dios “contrajo” su esencia infinita, para permitir la existencia de un “espacio conceptual”, en el cual un mundo finito, independiente pudiese existir. Esta “constricción” hizo posible al libre albedrío, y seguidamente el potencial para heredar el potencial y el Mundo Venidero. Más allá, de acuerdo con la primera aproximación, está entendido que la paradoja de la omnisciencia del libre albedrío provee un plano temporal paralelo a la paradoja inherente dentro de Tzimtzum.

En la garantía del libre albedrío, Dios, de alguna manera ha “disminuido” su conocimiento previo para permitir la acción independiente del hombre; Él posee su conocimiento previo y aun así el libre albedrío existe. En el caso de Tzimtzum, Dios ha contraído su esencia para permitir la existencia independiente del hombre; aun así, es atractivo y trascendente.

En el pensamiento judío, el libre albedrío es todavía discutido en conexión con la Teología Negativa, la Divina Simplicidad y la Divina Providencia así como los principios judíos de la fe en general.

Por lo que aquí se nos describe, el judaísmo parte de que el hombre es libre y Dios le dió la oportunidad o las opciones para que ejerciera esa libertad. Pero luego al tratar de reconciliar el preconocimiento de Dios con esa libertad, caen en el mismo problema de los calvinistas.  Aquí los judíos reducen a Dios para no cancelar el libre albedrío y los calvinistas para no reducir a Dios cancelan el libre albedrío. Esto se resuelve cuando definamos preconocimmiento, soberanía, gracia, elección, etc.  Ya les demostré en la sección anterior que Dios no necesita crear el futuro para conocerlo.

Sigamos viendo qué creían los judíos sobre el destino. Josefo en el Tomo I de Las Guerras de los Judíos, dice que los Fariseos “suelen atribuir cuanto se hace a Dios y a la fortuna y que hacer bien o mal, dicen estar en manos del hombre, pero que en todo les puede ayudar la fortuna”. De los saduceos dice: “quitan del todo la fortuna, y dicen que Dios ni hace algún mal ni tampoco lo ve; dicen también que les es propuesto el bien y el mal y que cada uno toma y escoge lo que quiere, según su voluntad;”. Aquí fortuna puede referirse a destino si se toma del latín fortuna que es encadenamiento fortuito de sucesos. Si usó la palabra en griego tyche, era la diosa de la suerte buena o mala y una variante de La Moira.

En Antigüedades de los Judíos, Tomo III, libro XVIII, dice de los Fariseos: “A pesar de que enseñan que todo se realiza por la fatalidad, sin embargo, no privan a la voluntad del hombre de impulso propio. Creen que Dios ha templado las decisiones de la fatalidad con la voluntad del hombre, para que éste se incline por la virtud o por el vicio.” Creían en la resurrección de los justos, pero no en la de los injustos. De los saduceos dice: “el alma perece con el cuerpo y se limitan a la observancia de la LEY”.  No dice aquí qué creían sobre el destino. Pero vemos que los fariseos sí creían en el destino pero que el hombre tiene impulso propio.

Del libro Jesús y Su Tiempo, pág. 208, dice de los Fariseos: “Aunque las circunstancias de la vida de cada persona estuvieran influidas en gran medida por la providencia divina, la decisión de seguir o no la ley de Dios era un asunto de libre elección. Para los fariseos, la vida con todas sus penalidades e injusticias era un estado transitorio, y las verdaderas recompensas del hombre bueno y piadosos llegarían en la otra vida, como también el castigo para los malos. En este esquema estaba implícito que cada individuo tenía que prepararse para la vida futura y que aun si nadie podía controlar realmente sus circunstancias básicas (como el ser pobre o ser rico, por ejemplo), cada persona podía escoger entre seguir el camino de la rectitud o no. Mas allá de esta elección, el destino estaba en manos de Dios. “Todo está en las manos de Dios, excepto el temor de Dios”, decían los fariseos. De los saduceos Dice: “cualquier hijo de Abaham era libre de seguir los preceptos de Dios tal como se explicaban en la Torá y conducirse con honor y prudencia y en este caso hallará su recompensa aquí en la Tierra, en una vejez plena y próspera; la otra vida consistiría para él en el honor y el prestigio que su nombre hallaría en la posteridad. O sea, los fariseos al decir aquí “providencia divina” es que Dios dirige las circunstancias, pero el hombre escoge seguir o no a Dios. Los saduceos descartaban esta intromisión de Dios en los asuntos humanos. Los esenios eran los que creian en un determinismo fuerte pero su influencia era mínima en la cultura judía general.


Según hemos visto hasta aquí, los judíos han mantenido un concepto de que le hombre es libre y responsable y lo más parecido al concepto pagano del destino es el de los fariseos con la providencia divina o Dios dirigiendo los asuntos del mundo sin cancelar la libertad del hombre para escoger. Mas nunca se parece esto al concepto calvinista. Cuando vemos el antiguo testamento, no vemos en el texto la intención de Dios en que creamos o veamos que las cosas ya estaban predispuestas a ocurrir. Cuando aparece la palabra destino y fortuna en Reina Valera es en Isaías 65:11,"Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino;" Son dos deidades que están siendo adoradas. Gad para fortuna es (Strong’s 1408) y Meni para destino (Strong’s 4507). Tanto el comentario de Keil & Delitzsch como el de Barnes’ Notes (que son los que tengo) sostienen que son deidades paganas adoradas por varias religiones en la época. En todo el viejo testamento vemos a Dios advirtiendo que no lo comparen con los dioses de las naciones. Si los dioses de las naciones se caracterizan por controlar el destino de los hombres (como se describe en La Ilíada), no me parece ver en el texto del viejo testamento que Dios quiera enseñar a su pueblo que Él es igual de controlador como los otros dioses.  Vemos a Dios mostrando su propósito y llamando a a los hombres a obedecerlo y seguirlo.  El que obedece y sigue prospera aquí y en la otra vida y el que no, no prospera. Las palabras que se traducen destinar en el viejo testamento son Strongs’s 3198 que se utiliza en Gen. 24:14 y 44 cuando aparece Rebeca como la mujer escogida por Dios para Isaac y en respuesta a la oración de Eliezer. No hay nada en el texto ni en todo Génesis que indique que Dios le iba a escoger mujer nadie.  Sí veremos en la ley que Dios ordena que mantengan el linaje casándose con israelitas y no extranjeras y aun así no se vislumbra que Dios tenga mujeres predestinadas para nadie. La otra es 6261 en Lev. 16:21 y se refiere al hombre escogido para llevar el macho cabrío al desierto. La otra es 5414 en Josué 9:27., para destinar a los gabaonitas como leñadores y en Jer. 8:14 “nos ha destinado a perecer"  y Ezequiel 31:14 “todos están destinados a muerte” En Ezequiel 31 se refiere a la soberbia de Faraón. Fue una sentencia y es refiriéndose al castigo por el pecado y por la soberbia de Faraón. Luego viene 4487 en Isaías 65:12 que sigue a destino y fortuna en 65:11. “os destinaré a la espada”. Aquí la palabra es mana que es pesar y Dios les está haciendo un juego de palabras y conceptos.  La palabra destino en el 11 es meni y esta es mana. “Como ustedes están confiando en el meni, yo los voy a maná a la espada” la raíz de esta palabra es pesar, contar, numerar. En Ezequiel 35:6 “te destinaré”, es 6213 y tiene que ver con hacer. El que los traductores escogieran destinar para estas palabras no significan que tuvieran en mente sugerir que estos acontecimientos estaban decididos desde el pasado.  La escogieron pues en nuestro idioma destinar no tiene que tener el significado filosófico de un destino predeterminado, sino que para describir un resultado seguro o ineludible usamos destinar.  En King James la palabra en Gén. 24:14 y 44 se traduce “thou hath appointed” y “the Lord hath appointed”. la de Levítico 16:21 “un hombre destinado” se traduce “a fit MAN”. La de Isaías 65:12 “destinaré a la espada” se traduce en KJV “I number you”.  La de Josué 9:27 “ los destinó”,  la de Jer. 8:14 ”nos ha destinado” y la de Ezequiel 31:14  “estarán destinados” ; se traducen “made them”, “put us to silence” y “are all delivered unto death” respectivamente. Por último, la de Ez. 35:6 “a sangre te destinaré” se tradujo como “I will prepare thee unto blood”. También cabe señalar que cuando se tradujo al latín, se usó destinare para lo mismo. La consecuencia es que cualquiera que quiera introducir en el texto la idea de un destino irreversible e inmutable para el evento descrito, lo puede hacer y promover sin percatarse que no es así ni en la gramática ni en la mente del escritor del texto. Luego en el Nuevo Testamento haré el mismo ejercicio sobre que uso tenía el término en griego y como se tradujo en Reina Valera.

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